Los llamados «teteos» o fiestas clandestinas, trastornan el sueño y la tranquilidad de los residentes de la calle Río Grande, en el sector Simón Bolívar, del Distrito Nacional, provincia Santo Domingo.
De acuerdo con denuncias de los lugareños, cada domingo personas ajenas al barrio llegan a la zona e instalan “kitipos” desde las primeras horas de la noche, colocando música a alto volumen que se extiende hasta el amanecer del lunes.
Desde la calle Jalisco hasta la Cristóbal Colón, de domingo a lunes, esto es un desorden tremendo. Aquí la gente no puede dormir, porque se amanece de pito a pito. Aquí vienen gente a hacer teteos y mantienen la zona que nadie puede hablar, porque al que habla le caen a pedradas y botellazos», manifestó José Araujo a periodistas de Hoy Digital durante la serie especial «Hoy en tu barrio».
Señaló que, aunque llaman con frecuencia a la Policía Nacional, cuando los agentes llegan, reciben dinero y se marchan, «dejando la fiesta en su buena».
«La Policía de esta zona es irresponsable… La Policía viene aquí, coge sus dos pesos y se van, y los tígueres siguen haciendo su bulla. Entonces, uno no halla dónde quejarse», afirmó el morador.
«La bulla aquí es desde tempranas horas hasta amanecer…», agregó Anny, otra de los residentes.
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Consumo de drogas
Por su parte, Tomás Modesto Ramírez añadió que, durante los teteos, los asistentes también consumen sustancias controladas en plena vía pública y a la vista de todos. Además, realizan disparos al aire.
«Esta situación se está dando de tres meses en adelante. La juventud viene a querer hacer un teteo todos los domingos hasta el lunes en la mañana. Ahí hay música, drogas, pistolas, de todo… Si a mí me hacen un doping, yo me atrevo a dar positivo sin querer”, dijo.

Asimismo, Ramírez declaró que los moradores en el Simón Bolívar temen enfrentar a los fiesteros, a quienes describió como personas violentas.
“Ninguna persona ha salido por temor a reacciones, porque son personas violentas, están armadas, tiran tiros, es un caos», comunicó.
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Los enfermos y los trabajadores son los más afectados en el Simón Bolívar
Los munícipes explican que en la zona residen varias personas enfermas, quienes, al igual que aquellos que deben levantarse temprano cada día para ir a trabajar, son los más afectados por estas fiestas.
«Aquí tenemos gente enferma. Una zozobra que tenemos aquí con esa bulla, que no la aguanta nadie», subrayó José Araujo.
Continúo: «Ahí hay una mujer que vende café, y los lunes no puede hacerlo, porque están los tígueres fumando drogas, están haciendo de todo».
Entretanto, José Miguel Glas expuso que su mayor anhelo es poder dormir y tener tranquilidad en su vivienda, en el Simón Bolívar. «Queremos paz en este barrio, en Simón Bolívar. Queremos dormir, aquí hay gente enferma, gente que está en cama y no puede dormir«, informó.

Tomarán la justicia en sus manos
Bienvenido de la Cruz, presidente de la Junta de Vecinos Marcelino de la Rosa, en el Simón Bolívar, advirtió que, si las autoridades no responden y no controlan los teteos en la barriada, la comunidad tomará la justicia en sus manos.
«Ellos se creen dueños del pedazo, pero si las autoridades no toman carta en el asunto, nosotros ya nos estamos preparando. La comunidad va a coger la justicia en sus manos, vamos a someterlos a la obediencia, porque ya la calma de nosotros se acabó. Nosotros no queremos delincuencia aquí, no queremos bulla, queremos la paz de los vecinos, pero es con ayuda de las autoridades», pronunció con voz firme de la Cruz.
«Para evitar cualquier desorden entre ellos y nosotros (en la calle Río Grande, del Simón Bolívar), queremos que las autoridades tomen medidas con eso, porque ya esto no se aguanta», enfatizó Araujo.
Mientras tanto, José Jiménez, capitán retirado de la Policía Nacional, expresó su confianza en que la situación se solucionará, siempre y cuando las autoridades apliquen mano dura.
«Que las autoridades tomen carta en el asunto y que le pongan mano dura, porque ese mal se puede aplacar. El ruido aquí es tremendo. Venden drogas, la consumen en la calle, delante de todo el mundo. Cuando vienen a los teteos, a ellos no les importa», comentó el agente policial.

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