En el palacio

En el palacio

POR MANUEL JIMÉNEZ
El gran portón de acceso a la finca del empresario José Miguel Cabrera, ubicada al noroeste de la capital, impresiono a gran parte de los invitados, pero el impacto aumentó en la medida en que se adentraban hasta el interior de la hacienda por un tramo carretero pavimentado, con extremos bien acondicionados.

Llamó la atención una elegante residencia campestre, dotada de terraza, piscina, áreas verdes, extensos pastos para la cría de ganado y caballos, algo que evidenció a simple vista la  posición económica del anfitrión. Desde media mañana del domingo una buena parte de los invitados se congregando en la plaza en honor a la memoria de Amaury Germán Aristy y sus compañeros caídos en desigual combate un 12 de enero de 1971, en la intersección de las avenidas Duarte y Padre Castellanos (17) para partir en autobús al encuentro de “confraternidad de los viejos y nuevos camaradas”.

Se trato de un encuentro que, al principio, genero algunas expectativas entre los viejos militantes y dirigentes de la izquierda revolucionaria, especialmente entre aquellos que jugaron algún rol protagónico hasta principio de los años 80. La iniciativa partió de un pequeño grupo encabezado por Rafael Rodríguez Hernández (Rafaelito el Flaco), Ramón Hernández (Ramirito) y Ángel David Deño que encontró en el empresario Cabrera todo el apoyo logístico y económico para hacerlo realidad.  Al fondo del área acondicionada para el encuentro, se coloco un póster gigante con la figura del Che Guevara y la música de fondo privilegio a los cantautores de la Nueva Trova, desde Silvio Rodríguez Pablo Milané hasta Los Guaraguaos, aquel grupo venezolano que causo furor en los años 70.

Aunque los presentes sobrepasaron con creces el centenar, se desvanecieron las esperanzas de que allí asistieran también aquellos viejos dirigentes emblemáticos de la izquierda que sobrevivieron a la persecución, la cárcel y el exilio. El de mayor renombre entre los presentes fue Jorge Puello Soriano (El Men), a quien se le rindió homenaje con la entrega de una placa de reconocimiento, gesto que también se extendió al empresario Cabrera por su colaboración para hacer posible la reunión. Los discursos fueron de “cortes revolucionarios”, pero ninguno de los oradores se extralimito, teniendo esmerado cuidado para no caer en consignas partidarias. Fernando Adolfo Martínez, de los  “Círculos Caamañitas” se despacho con un  discurso ideológico, cargado de remembranzas de aquella vieja izquierda y el nuevo contexto en el que entiende que las tendencias progresistas libran sus luchas por cambios sociales y económicos. Entre las canciones de la Nueva Trova cubana y de cantautores españoles, se coló el himno de la revolución de abril del 65, y aquello impacto de tal manera que paralizo a todos los pequeños grupos envueltos en tertulias y discusiones de carácter teórico-ideológico. Algunos levantaron su brazo izquierdo con el puño cerrado, vibrando de emoción. Pero hubo una marcada diferencia con la época en que se entendía que el Marxismo colocaba una frontera inviolable con la diversión y el goce. La ingesta alcohólica fue abundante, y no solo de marcas nacionales, sino de aquella importada que descorcha la burguesía. Sobre una extensa mesa se sirvió arroz (moro de guandules y arroz amarillo), cerdo asado, pollo, chivo guisado, ensalada verde y rusa, pan y postre. Al final del rico almuerzo, sin embargo, los CD de la Nueva Trova cubana volvieron a sus estuches para dar paso al merengue pimentoso y a la bachata de factura nacional. Tony Mejía rompió el hielo al lanzarse a la pista a bailar y al cabo de un rato el remeneo de cintura y de pie hizo engavetar, al menos por el momento, el renovado furor revolucionario. Por allí estuvieron, entre otros, Faruk Castillo, el abogado Carlos Balcacer, Mon Molina, Raúl Guerrero, el presentador de TV Emilio Ángel, el periodista Domingo Batista, Virgilio Almánzar, Buenaventura Bueno Morillo (Turi) y Freddy González. Pero habría que hacer un listado de los “nuevos y viejos camaradas” que brillaron por su ausencia.

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