En eso hay desarrollo

En eso hay desarrollo

Tal vez no se haya registrado desarrollo económico en el país pese al propalado crecimiento. El desarrollo, en cambio, se ha alcanzado en la criminalidad. Cada vez es mayor el número de dominicanos que se integra a las cuadrillas de maleantes. También crece y se multiplica el número de los atracados, robados en sus viviendas o asesinados. No puede hablarse, por consiguiente, de que en la República Dominicana no hay desarrollo. Maledicentes y antigobiernistas los que tal dicen, no se han puesto a pensar en las múltiples e innovadoras modalidades que adopta el crimen.

Popular y socorrida es la de los motociclistas que sirven de señuelos a estafadores y extorsionadores. En oportunidades, su recurso ha servido a los ladrones de vehículos de cuatro ruedas para dejar como peatón al burlado propietario. No es procedimiento del otro mundo al que apelan. Se precisa no solamente inventiva sino atrevimiento, empero, para aplicar este moderno mecanismo de estafa o robo.

Uno de los motociclistas golpea con el puño un vehículo. Otro motociclista se coloca en paralelo a la ventanilla del chofer objeto del recurso. Si la persona es poco avispada bajará el cristal de la ventanilla y se detendrá. La víctima acaba de caer en la trampa. “¿Piensa dejar tirado a ese pobre motorista en al pavimento?” La interrogante se carga de urgencias y ansiedad. Un elevado espíritu humanitarista se desprende del reclamo. La trampa acaba de cerrarse, como la de cazar osos, sobre los tobillos del asaltado.

Entre el “atropellado” y quien mostró tan diligente gestión humanitaria se quedan con una suma de dinero correlacionada con el temor del estafado. En algunos casos es entretenido en una disputa relacionada con la forma de conducir en la calle, mientras un tercer caco se lleva el vehículo. El antiguo propietario o quien lo representaba en el guía, acaba de pasar a la condición de peatón.

Pero la más elevada demostración del desarrollo es practicada en la autopista a Constanza. Conforme la denuncia que publica este diario, unos truhanes esperan a los viajeros que van o vienen por esta incómoda vía. Seis asaltaron a un denunciante que encontró eco a su clamor en las páginas de este diario. La autopista, moderna, construida con dinero brasileño, que no con pesos de impuestos nacionales, obliga a la marcha lenta. Si para desgracia del elegido por los asaltantes, conduce junto a camiones que bajan del valle intramontano con una carga de vegetales, la captura es inminente.

Como es fácil observar, en ausencia de otras formas de desarrollo, propicias son estas acciones para hacer valer la inventiva y el talento de que hacemos gala. Después de todo, de alguna manera tiene que volcarse el gran crecimiento económico del país, que no se torna desarrollo económico y social.

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