En esta hora

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El Partido Revolucionario Dominicano celebró su trigésimo nona Convención Extraordinaria en un ambiente festivo y con gran espíritu democrático.

El  pueblo perredeísta sabe que en esa convención se jugaba la oportunidad de producir un cambio en el Gobierno de la Nación , para construir “un mejor país, pero para todos”, como dice  Hipólito Mejía.

Quienes participan en una competencia sana, en unas elecciones, designan árbitros válidos que organicen el ejercicio democrático de forma tal que las partes estén de acuerdo con las reglas de juego.

El pueblo jugó el papel que le asigna la Constitución a los ciudadanos como derecho y deber fundamentales: “elegir y ser elegidos”.

Lo justo y elegante es reconocer a quien ha sido favorecido por la mayoría. Ahora corresponde a los dirigentes vestirse de grandeza, como un modo de hacer honor a la palabra empeñada y respetar la regla de oro de la democracia que permite proclamar como ganador, a quien haya obtenido mayor número de votos.

Pasada la Convención, a los perredeístas les llegó la hora del abrazo fraterno y de trabajar unidos por la conquista del Poder en mayo del 2012.

En una luminosa frase extraída de uno de sus discursos José Francisco Peña Gómez apuntó:

“En el PRD las crisis son como los dolores de las madres parturientas, que terminan con la felicidad del hogar por la llegada de una nueva criatura que es la concreción del amor.

“Ese sentimiento de amor sublimado por el país es el mismo que nos ha permitido sobreponernos a nuestros grandes conflictos internos”.

Termino con las letras del himno del PRD, escritas por Peña Gómez en momentos en que el sol de la libertad era ocultado por las sombras de la caverna, el terror y la tiranía de Trujillo:

“Que viva, que viva el Partido Revolucionario/ el partido del pueblo, de la Libertad.

“Quisqueyano levanta la frente/, mira el sol que en oriente se asoma/, vuele tu alma cual rauda paloma/ a bañarse en su lumbre fulgente

“Que esa niebla que a ti te rodea/, y ensombrece tu dicha y tu vida/, se disipe al instante vencida/ por la fuerza y la luz de la idea.

“Vence al miedo cobarde que asalta/ tu esforzado y viril corazón/, que el auxilio de Dios nunca falta/ donde está la verdad, la razón.

“Con tu brazo potente quebranta/, la oprobiosa cadena que oprime/, dale luz y consuelo al que gime/ y al que yace en el suelo, levanta.

“Que viva, que viva, el Partido Revolucionario/, el partido del pueblo, de la libertad, libertad, libertad”.

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