En guardia

En guardia

Las lluvias persistentes en todo el país someten a los dominicanos a otra prueba de resistencia en menos de un año. El año pasado las lluvias de primavera y verano fueron catastróficas para la agropecuaria, las obras públicas y las familias que perdieron miembros y bienes.

El conteo de las víctimas y las pérdidas recién comienza y lo más triste de todo esto es que nuestras autoridades, estatales y municipales, han dado muestras de ser incapaces de tomar medidas de previsión para evitar pérdidas considerables que podrían muy bien preverse.

Por la actitud displicente, indolente y de permanente incumplimiento de las leyes B conciente o inconcientemente B nuestras autoridades permiten que se construyan poblaciones enteras e incluso escuelas, en cañadas, barrancos o cursos secos de ríos, y en áreas que tradicionalmente han sido inundadas por las crecidas de ríos y arroyos o que por la evidente condición del terreno pueden ser afectadas por deslaves.

En muchos casos se trata de familias desesperadas que hurtan un pedazo de tierras públicas o que consideran públicas, para alojarse precariamente. A una de estas familias le sigue otra y se forma una población o un barrio sin que reciban ninguna orientación de las autoridades.

Desprotegidas en su pobreza, amparadas en su mortal ignorancia y empujadas por la necesidad acumulada, estas familias quedan a merced de la misericordia del cielo. Si no llueve pueden vivir tranquilamente, pero cuando llueve pueden ser afectadas por un alud o arrastradas por una corriente.

Hay leyes sobre obras públicas y privadas, hay estudios hechos hasta la saciedad y existe la ley de organización municipal que obliga y responsabiliza a las autoridades municipales de la organización de las ciudades y de asegurar las condiciones y la calidad de las edificaciones que se construyen dentro de cada municipio.

Pero como la mayoría de nuestras leyes, ni los mismos funcionarios encargados de aplicarlas las conocen.

Lamentablemente, es por esto que advertimos a la población que como está lloviendo en demasía hay que estar en guardia. Cuando se producen estos problemas lo único que nos queda es contar los muertos, contabilizar las pérdidas y auxiliar, dentro de lo posible, a los damnificados.

Esperar que nuestras autoridades tomen previsiones es demasiado, o cuando menos, eso nos enseña la experiencia.

[b]II[/b]

Aún cuando existe una Comisión Nacional de Emergencias, en realidad no hay las características legales para que el Estado pueda auxiliar comunidades afectadas por catástrofes. En estos casos de desastre el gobierno interrumpe otros programas y desvía recursos hacia las zonas afectadas, pero interrumpe labores en otras áreas.

Desde hace años se ha planteado la posibilidad de crear un fondo nacional de emergencias que saldría de acumular pequeños ahorros del presupuesto nacional en una cuenta con ese objetivo.

Dado el crecimiento de la población y de la considerable infraestructura que tenemos ese fondo tiene ahora más sentido que nunca.

La economía dominicana reclama atención cuando se produce una de estas crisis y ahora estamos en camino de padecer una.

No se puede olvidar que luego de estas lluvias el suelo quedará saturado y el primero de julio comienza la temporada de ciclones.

Es tiempo de comenzar a tomar previsiones. Hay que estar en guardia.

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