En Haina claman por ayuda; nadie ha ido

En Haina claman por ayuda; nadie ha ido

POR ODALIS MEJIA
HAINA.-
Ayer a la 1:00 de la tarde Maribel Santos estaba desesperada porque ni siquiera tenía estufa donde cocinar. Tampoco encontraba leña seca para improvisar un fogón.

Este panorama era común en el Paraíso del Caribe, donde a nueve días de la tormenta Noel,   la presencia oficial no se ha sentido, donde 49 familias perdieron sus ajuares y siete  viviendas fueron arrasadas por completo y al día de hoy sólo han recibido algunos mosquiteros y fundas de comidas, donadas por una iglesia.

La casa de Santos fue arrasada completamente. Perdió Todo. Ahora  con dos hijos y su esposo está alojada en un cuarto de una casa vecina, luego de ser echada  de un refugio improvisado en una marquesina.

La situación es similar para algunos de sus vecinos, muchos de los cuales no han podido ingresar a sus viviendas por la gran cantidad de lodo que hay dentro. Y sin agua para limpiar, ya que el acueducto Haina-Manoguayabo sufrió graves daños.

“Ninguna autoridad ha venido aquí. Queremos mosquiteros, colchones y agua”, clama Elbida Castro junto a varios vecinos que se aglomeraron  al llegar los reporteros de HOY, ya que dicen  nadie se había hecho eco de su calamidad.

Mientras tanto, los afectados empieza a temer por las enfermedades que puedan surgir ante la carencia de agua y  de asistencia médica. 

Aunque en el sector no hubo pérdidas humanas, los moradores se encuentran en “schok” emocional y no han podido integrarse a la normalidad. De repente, su costumbre de vivir cerca del río Haina ahora  le causa terror.

“Yo no me  he ido de aquí porque no tengo condiciones económicas para construir otra vivienda. Yo tengo terror porque ya sabemos que el río llega hasta aquí”, expresa Rosa Elina  Jiménez, quien tiene cuatro años residiendo en el lugar junto sus cuatro hijos.

La casa de Jiménez está ubicada en la parte más alta del barrio y el agua le llegó a la altura de las ventanas. Según ella, nunca antes había pasado por esa situación. Ahora es que conoce el peligro al que ha estado expuesta.

Delfín Carvajal y Alejandro Pérez también expresan su temor al río. “Cuando empiece a llover yo no voy a esperar, me voy corriendo de aquí”, dice Pérez. “Esto va a seguir, ya sabemos que de esto nadie se escapa”, expresa Carvajal.

Mientras todos hablan a la vez de sus individualidades, coinciden en  que para las autoridades “ellos no existen”.

CAASD

Los daños  ocasionados a las instalaciones de la toma del  acueducto en Manoguayabo  son graves.

Todas las grandes tuberías están dispersas y algunas debajo de grandes escombros.

Muchos vehículos, que aunque necesitaban reparación, permanecen sepultados en el lodo.

Mientras que la verja perimetral del acueducto fue derribada por completo.

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