La situación económica cada vez es peor en Haití debido a la inestabilidad política y la inseguridad.
Estabilidad. Citan crecimiento cuando hay paz
Para reducir sustancialmente la pobreza en Haití hacen falta no solo reformas políticas, sino reformas económicas que regulen los sectores del mercado y generen confianza suficiente para atraer inversión extranjera y local, y así crear empleos, incrementar las exportaciones y generar divisas.
También es necesaria una reforma fiscal que dote al gobierno de recursos para cumplir con sus obligaciones en materia de salud, educación, seguridad y desarrollo.
El planteamiento lo hace el economista Humberto Cristian en el boletín de la Unidad de Estudios de Haití (UEH), del Centro de Estudios Económicos y Sociales Padre José Luis Alemán, de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM).
Indica que el sistema limita la acción de actores foráneos y locales que y no se puede contar siempre con la cooperación de la comunidad internacional. Entiende que las élites económicas deberían ser parte de los espacios de concertación, a fin de que asuman su rol en materia de sostenibilidad, crecimiento y desarrollo económico de su nación.
Propone que se considere retomar las conversaciones con el sector privado dominicano. También evaluar la posibilidad de extender la experiencia de Codevi (parque industrial) a toda la frontera, aprovechando las preferencias provistas por Estados Unidos y Europa.
Estabilidad rinde frutos
Cristian refiere que la producción de bienes y servicios en Haití inició un ascenso sostenido a partir de la salida del presidente Jean Bertrand Arístides en el año 2004, cuando pasó de US$ 6,005 millones, a US$14,332 en 2019.
Agrega que los gobiernos que siguieron, presididos por René Preval, Michel Martelli y el malogrado Jovenel Moïse, generaron un “clima de confianza” que permitió el crecimiento del PIB. Reconoce en ese crecimiento la ayuda económica provista por la Comunidad Internacional para paliar los efectos del terremoto del 2010.
“Eso demuestra que la estabilidad política (una estabilidad al estilo haitiano) paga sus dividendos, y es urgente restaurarla”, subraya el economista.
Sin embargo, aclara, esos niveles de crecimiento del PIB no han sido suficientes para reducir, sustancialmente, los niveles de pobreza en una población que crece constantemente: en 2004 era de 9,047, 082 habitantes aumentando a 11,263,079 en 2019.
“El caso es que el andamiaje económico existente en Haití es un caldo de cultivo para la pobreza, la exclusión, la inseguridad y la inestabilidad política que dan como resultad los flujos migratorios que hemos estado viendo y viviendo”, alerta Cristian.