En homenaje a los poetas dominicanos: Manuel Rueda

<STRONG>En homenaje a los poetas dominicanos: Manuel Rueda</STRONG>

Manuel Rueda nació en Monte Cristi en 1921. Estudió música en Santiago de Chile, donde obtuvo el premio «Orrego Carvallo» que otorga el Conservatorio al mejor pianista de su promoción.

A su regreso a la República Dominicana fue designado maestro de cursos superiores de música en Conservatorio Nacional de Santo Domingo, y luego director de esta misma institución, cargo que ocupó durante veinte años.

Rueda dirigió en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña el Instituto de Investigaciones Folklóricos, realizando allí una labor de rescate y clasificación de nuestro folklore.

En 1974 creó el Pluralismo, movimiento literario de vanguardia. Como escritor ha jugado un papel sobresaliente en el campo de la poesía, el teatro, la crítica, la narrativa y la investigación literaria.

Fue Miembro Honorario de Facultad de Ciencias y Artes Musicales de la Universidad de Chile y miembro de Número de la Academia Dominicana de la Lengua. Correspondiente de la Española. En 1977 fue condecorado por el Gobierno Dominicano con la Orden de Duarte, Sánchez y Mella.

En seis oportunidades ganó el Premio Anual de Literatura, tres en poesía, dos en teatro y una narrativa. En 1994 obtuvo el Premio Nacional de Literatura que otorga la Fundación Corripio y la Secretaria de Estado de Educación Bellas Artes y Cultos.

En 1995 por su obra «Relato de la Pasión y muerte de Juana Loca», le fue otorgado el Premio Teatral «Tirso de Molina», que confiere el Instituto de Cooperación Iberoamericana, de la Agencia Española de Cooperación Internacional.

En tre sus obras se destacan, La noches (1949 y 1953), Triptico (1949), La trinitaria blanca (1957), La criatura terrestres (1963), Teatro (1968), Adivinanzas dominicanas (1968), Por los mares de la dama (1976), De tierra morena vengo (en colaboración con Ramón Francisco, 1987).

Manuel Rueda murió en 1999, pero el Periódico HOY Digital lo recuerda a través de su escrito:

La Noche Alzada

Urdido soy de noche y de deseo.

¡Qué negro respolandor, qué sombra huraña

preludian mi nacer! En una entraña

de oscurecido asombro me paseo.

Buscador del contacto, lo que creo

vive en mis dedos como pura hazaña

de ciego amor y cuerpo que no daña,

adolescente siempre en su jadeo.

Con un rubor temido, con un miedo

de encontrarme la cara y la medida

del gnorado espacio en donde ruedo

justa en la luz y a su verdad ceñida,

alzo mi noche, -todo lo que puedo-,

ya sientiendo llorar mi amanecida.

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