En Jaquimeyes no saben cómo vivirán
tras  la tormenta Noel

En Jaquimeyes no saben cómo vivirán<BR>tras  la tormenta Noel

POR LEONORA RAMÍREZ S.
Jaquimeyes está anegada. Pero no solamente del lodo que arrastró el río Yaque del Sur durante la tormenta Noel, sino de desolación  por la destrucción de la producción de plátanos, un cultivo que es el sostén económico de más de 500 familias.

Aunque los residentes en esta comunidad de Barahona perdieron prácticamente todos sus ajuares, su preocupación va más allá de cómo reponer sus modestos mobiliarios.

Es que la pregunta que recorre las inundadas callejas es ¿y ahora, de qué vamos a vivir?

Eso no lo saben. Lo cierto es que dependen de la caridad pública hasta para beber un poco de agua, y como si fuera poco, la autopista es el lecho donde la mayoría ha decidido esperar el día siguiente.

Tal es el caso de Manuel del Carmen Cabrera, un profesor de  la Escuela Primaria de Jaquimeyes, quien alega que tanto él como sus vecinos prefieren dormir en la avenida, y no en los refugios, porque en estos la situación es peor.

Por lo menos en el refugio situado en la escuela primaria, las 30 familias que aún quedan allí están sitiadas por el fango que prácticamente les impide salir.

Hasta el pasado viernes, el tránsito de vehículos era casi imposible en  los alrededores de esa escuela.

Pese a eso, las familias intentan volver a la normalidad aunque sus rostros estén presos de tristeza, de impotencia,  de desesperanza y de temor por la amenaza constante del  río.

Se ensaña la naturaleza

Esta zona, en la que hace nueve años la furia del ciclón Georges se llevó la vida de decenas de personas y aplastó la producción agrícola, vuelve a exhibir las huellas   de una pobreza que ahora se incrementa.

Y mientras el río Yaque del Sur retoma su cauce, el propósito inmediato de sus habitantes es sacar el lodo de las viviendas.

Entre tanta tragedia, tuvieron la suerte de que sus casas   resistieron la presión del fenómeno natural, que puso a prueba la capacidad de respuesta de los organismos de socorro del país.

POCAS VÍCTIMAS

A causa de la tormenta, en Jaquimeyes sólo murieron cuatro personas, entre esas una señora a quien, supuestamente, “la mató la depresión” al ver sus pertenencias destruidas.

 Dilenia Matos le agradece a Dios porque sobrevivió,   pero tiene el ánimo “en el suelo”  porque perdió un   conuco sembrado de plátanos y guineos.

“¿Qué voy a hacer mi mai?” Se pregunta mientras contempla sus pertenencias   destruidas por el agua y la tierra.

Quejas por las ayudas

Según Cabrera, son escasas las ayudas gubernamentales que llegan a Jaquimeyes, porque hay una mala distribución que atribuye a los políticos.

“Ellos no están buscando soluciones, sino pensando en cómo favorecerse con las cosas que nos mandan”.

De acuerdo con sus declaraciones, las raciones alimenticias las llevan en la noche, por lo que sólo los más hábiles se benefician.

Otra queja de la comunidad es la alegada indiferencia del síndico Celio Matos, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), quien no da la cara y sólo se dedica a viajar a Santo Domingo.

Temor al dengue

En Jaquimeyes no solamente hay lodo. Una plaga de mosquitos tiene asustados a sus residentes por temor a contraer dengue.

Según Cabrera, la Secretaría de Salud Pública todavía no ha fumigado para eliminar los criaderos de  mosquitos.

Sin embargo, refirió que esa institución vacunó contra el tétanos y la meningitis al 40% de la población.

“Estamos esperando que vuelvan, porque en realidad aquí puede surgir cualquier enfermedad”.

Falta una presa

En Jaquimeyes viven alrededor de 500 familias, de las que menos del 2% se dedica a trabajos que no están  vinculados con la agricultura.

La población estudiantil asciende a 1,200 personas que, a causa de las inundaciones, perdieron sus útiles escolares.

En tal sentido  requieren que la Secretaría de Educación les suministre libros, cuadernos y uniformes.

Una de las demandas fundamentales de la comunidad es que el gobierno construya la presa de Monte Grande.

A fuerza de tanto escucharlo en los discursos de los políticos, los residentes en esta población  tienen la certeza de que la solución a tantas nefastas inundaciones es esa obra.

Según Cabrera, hace más de 20 años que reclaman esa  infraestructura que, así mismo, ha sido prometida por los políticos.

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