En Jimaní esperan el cumplimiento
de promesas

En Jimaní esperan el cumplimiento <BR>de promesas

POR PASTOR VASQUEZ
JIMANI, Provincia Independencia.- Tres meses después de la tragedia del río Soliette, Jimaní  dejó de ser el centro de atención nacional y ahora la gente de aquí se siente abandonada y las promesas que le habían hecho están incumplidas.

En los días de la tragedia, que dejó centenares de muertos, llegaban de todas partes organizaciones humanitarias y grupos religiosos con ayuda para los sobrevivientes, mientras todas las instituciones estatales del área social se concentraban en el municipio en busca de la recuperación.

Luego, poco a poco Jimaní fue saliendo de los titulares periodísticos y más tarde llegaron la gente del Gobierno que se iba para inaugurar apresuradamente unas casas sin sistema sanitario, sin agua, sin pintura y algunas sin piso.

Robinson Pérez Caraballo, quien la noche de la catástrofe perdió a su madre, a su abuelo, su hija, una sobrina y su padrastro, advierte que la población está a punto de una hambruna, pues la mayoría no tiene trabajo y las raciones alimenticias que llegaron ya se agotaron.

Lo que más le duele es que los hayan abandonado después de prometerles diversos tipos de asistencia hasta que hubiera una recuperación por lo menos parcial de los daños económicos y psicológicos dejado por la riada.

«No somos tontos, donde pasan cosas así los Gobiernos dan asistencia por un largo período porque la gente queda destruida. Aquí no han pasado tres meses y ya nos dejaron. Se fueron, todo fue mucha bulla en los primeros días», dijo.

La única institución que se ha quedado trabajando en Jimaní es Visión Mundial, que desde antes de la tragedia tenía un programa permanente de asistencia a las personas pobres de la región, pero ahora su carga es más pesada.

Emilio Decena, coordinador de Visión Mundial en Jimaní, explica a HOY que la institución está trabajando prácticamente sola con una comunidad totalmente arruinada.

Este sábado Visión Mundial llevó un concierto de esperanza a los niños del pueblo y allí cantaron Manuel Jiménez, Enrique Félix, Orlando de la Mota y la venezolana Lourdes Fuguet. Sin embargo, el rostro del pueblo parecía todavía triste.

En las calles se ven pocas personas, los negocios que ayer eran una bendición de prosperidad hoy están cerrados, muchos pobladores han emigrado, y ni los motoconchistas están en la esquina caliente. El pueblo está casi destruido.

EL BARRIO SOLIDARIDAD

La gente se queja de que el expresidente Hipólito Mejía entregó apresuradamente las casas para evitar que Leonel Fernán la inaugurara, y lo que hizo fue perjudicar a los damnificados, porque el barrio Solidaridad fue construido sin sistema de desagüe y en la viviendas no fueron instaladas las tuberías ni los inodoros.

Tampoco fue construido el acueducto que se prometió y ahora la gente tiene que ir dos kilómetros abajo, hasta Boca de Cachón, para buscar agua.

El señor Luis Nova considera que ellos fueron lanzados allí como animales y no se explica cuál era la prisa de llevarlos a un lugar donde todavía no estaban dadas las mínimas condiciones de higiene.

Hace un sol apocaliptico y cuando suele soplar la brisa se levanta una polvareda que inunda el interior de las viviendas.

El Gobierno pasado sólo construyó la calle principal, el rostro del barrio, con mucha prisa para el día de la inauguración, pero en las otras áreas quedaron el polvo y el pedregal. La gente duda que alguna vez se algún gobierno pueda volver a pasar por allí.

En un pequeño parque, también construido con prisa, se ven unos pocos niños jugando sin hacer caso de la terrible temperatura y en frente la señora Morena Pérez, que lo perdió todo durante la tragedia observa con alguna esperanza desde su vivienda cuando ve llegar a los periodistas.

Piensa que ha llegado de nuevo la ayuda, porque hace tiempo se fueron de aquí los esfuerzos filantrópicos y ahora ella teme al hambre que se avecina en el barrio.

Dolores Nova era una comerciante de cierta prosperidad y de la noche a la mañana lo perdió todo. Ahora trata de recuperarse con un pequeño colmadito que ha instalado en una vivienda que le entregaron sin pintar.

«No tenemos agua, no tenemos sanitarios, porque los sanitarios no fueron terminados, y aquí estamos pasando calamidades. Las 300 casas que se hicieron no están terminadas», expresó.

LOS HAITIANOS

Sixto Javier, un dominicano de origen haitiano que perdió su vivienda durante la tragedia, se quejó de que a los haitianos no les entregaron casas, pese a que estaban en el censo que hicieron las autoridades de la Iglesia Católica.

Sin embargo, la señora Nova, dijo que a los haitianos se le va a hacer un barrio aparte y que a ellos los tienen alojados en unas carpas donde le llaman Malpaso.

Javier se quejó de que están en unas carpas calientes y que después de las ochos de la mañana no pueden estar allí por el calor.

Periodistas de HOY pudieron observar que algunos damnificados haitianos pudieron obtener sus viviendas, luego que las autoridades comprobaran que vivían en Jimaní y que eran realmente damnificados.

EL CONCIERTO

Visión Mundial, una institución que desde 1989 viene trabajando con las comunidades pobres de la República Dominicana, vino con un canto de esperanza a esta comunidad.

Enrique Félix, un cantante popular que se ha especializado en la animación infantil, cantó a los niños de Jimaní, en un concierto que levantó el ánimo de cientos de infantes que llegaron desde muy temprano al parque Duarte.

El cantante Manuel Jimenenez, también diputado de la República, interpretó sus más famosas canciones, acompañado del grupo folklórico Esencia Quisqueyana, que también presentó varias piezas para el público joven.

Luego interpretó sus melodias la cantante venezolana Lourdes Fuguet, una intérprete de música cristiana que se ha presentado por diversos países del mundo.

Orlando de la Mota presentó su canción El Aguajero, que hizo reir a carcajadas a los chiquitines.

Al final todos se juntaron para corear la canción «Jimaní», de la autoría de Enrique Félix.

A la hora de partir, cientos de niños siguieron hasta el autobus a Enrique Félix para pedirle autógrafos, lo que dejó sorprendidas a las personas que hicieron el viaje, debido a que hacía años que el artista había desaparecido de los escenarios.

Enrique Félix se hizo famoso en los años 80s, primero como cantante de merengue, música en la que llevó el canto social, y luego como promotor de los programas ‘La Casita del tío Enriquez».

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