En La Ciénaga trabajan para salir adelante

En La Ciénaga trabajan para salir adelante

No solo la delincuencia y la violencia se destacan en  los barrios marginados de Santo Domingo, la gente se la busca de mil maneras para sobrevivir en medio de las precariedades económicas, desempleo, insalubridad y dificultades educativas.

Un ejemplo del esfuerzo para sobrevivir en medio del desamparo es el de Adalgisa de la Cruz, una madre soltera, con tres hijos, que reside en la calle Respaldo La Marina, en el barrio La Ciénaga, a dos de los cuales  ha encaminado hasta la universidad y al más pequeño al bachillerato.

Para hacerlo, De la Cruz  abrió un pequeño negocio de venta de comida en una parte de su casa marcada con el número 68, lo que fue posible hace seis años, a través de un pequeño ahorro de RD$15,000, conocido en la República Dominicana, como san, que normalmente lo realizan vecinos y compañeros de labores.

Con estos recursos comenzó a vender jugos, desayuno y comida, y con los poco que obtiene mantiene su hogar, a parte de sus dos hijas en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y al varón en el bachillerato, pero como si todo eso fuera poco, ella también se inscribió en la casa de altos estudios para estudiar sicología.

La mayor de las hijas está a punto de concluir su carrera de derecho, la segunda estudia medicina y el varón  en el bachillerato en horas de la mañana, mientras, en la tarde  trabaja en un restaurante chino, para ayudarse con los estudios, ya que tiene que pagar pasajes de ida y vuelta  para llegar al plantel escolar, en la avenida México.

El comedor lleva el nombre de D’ Ada Punto  Coma, que  hoy tiene crédito abierto en el Banco de Reservas hasta por medio millón de pesos.

Juan Noboa es un chiripero que reside en el sector Los Coquitos, en el barrio La Ciénega,  es padre de un hijo de 15 años que estudia en una escuela de la Zona Colonial, porque en el lugar donde vive la escuela solo llega al octavo grado.

Cree que el chiripeo no está en sus mejores momentos, ya que la gente en las calles está al grito, porque aunque quieren comprar no disponen de los recursos para hacerlo, aun así hace esfuerzos extraordinarios para que su hijo se haga de una carrera y salga de la pobreza.

En cambio, Ramón García Cruz, padre de cuatro hijos, vivía de un pequeño puesto de empanada y fritura, se vio obligado a dejarlo por ausencia de clientes, pero aun así se la ingenia para que los muchachos no falten a la escuela.

Expresa que ahora se dedica a avisar a los moradores del sector sobre el paso de los camiones de la basura,  por lo que recibe un salario  para sobrevivir por parte de la Fundación Comunitarias de Saneamiento Ambiental (FOCUSAGUSCIGUA27). 

Las claves

1. Sin delincuencia

Alberto de la Rosa es otro chiripero que con su esfuerzo busca que sus hijos salgan adelante y progresen en sus estudios. De esta manera muestra la cara positiva y valiente de su sector.

  2. Se la buscan

Mujeres y hombres hacen hasta lo imposible para ganarse la vida y  que sus hijos asistan a escuelas, liceos y universidades, como la Universidad Autónoma de Santo Domingo y tengan un futuro mejor.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas