En la cima de la incapacidad

En la cima de la incapacidad

La mejor expectativa que se puede crear ante la pésima calidad de nuestra educación debe partir de la admisión de que existe el problema, elaborar un diagnóstico preciso, y que estén disponibles voluntad política y recursos para resolverlo. Con un sentido autocrítico y una exposición amplia, esa es la estrategia que nos planteó el ministro de Educación, Carlos Amarante Baret, ante los resultados del estudio del BID “Diagnóstico Preliminar del Sistema Nacional de Innovación y Competitividad en la República Dominicana”, en el que aparecemos entre los países peor valorados en lectura, matemáticas y otras áreas del saber. El diagnóstico apunta a que la clave de tan mala puntuación ha estado en la pésima formación de nuestros profesores.

El Gobierno ha empezado a aplicar los remedios pertinentes. Ha creado un perfil del profesor que necesita nuestro sistema de enseñanza y seleccionado varias universidades para trabajar en base a esos parámetros. Hay disponibles RD$3,000 millones para capacitación de docentes, y se contratarán expertos que trabajarán en coordinación con las universidades en la formación de los educadores. Durante su comparecencia como invitado al almuerzo semanal del Grupo de Comunicaciones Corripio, el ministro generó entre sus interlocutores la expectativa de que se trabaja con carácter de prioridad en erradicar la incapacidad de los docentes de la ecuación que lastra el progreso del país.

Más rezagos pese a la  bonanza

Nuestro país exhibe bonanza económica sostenida desde hace mucho tiempo, pero como contraste padece rezagos importantes, no solo en calidad de la educación, sino también en competitividad e innovación, en el pobre valor agregado de sus productos exportables y en los limitados avances de los indicadores sociales. Este currículo demoledor está detallado en el “Diagnóstico Preliminar del Sistema Nacional de Innovación y Competitividad en la República Dominicana”, elaborado y presentado recientemente por el BID.

Estos indicadores evidencian que, hasta prueba en contrario, el crecimiento de la economía es fruto de la creación recurrente de una riqueza que influye poco en la educación, el avance tecnológico, la generación de empleo de calidad y el mejoramiento de la calidad de vida de la gente. ¿Progreso?

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