“¿Nunca se han puesto a pensar lo importante que es enfrentar la vida con tiempo?… ¿Acaso da mucho trabajo tomarse el tiempo para pensar en el tiempo de hacer la cosas?… ¡Eso es una vaina!… Nosotros, la mayoría de los dominicanos, nos gozamos el retarnos a ver quién completa las tareas primero –aunque las empiece de último-, no importando los resultados… Machacamos cada entuerto de las situaciones, hasta creernos que las hemos enderezado, aunque lo hayamos hecho como nos da la gana… Y… ¡Oh, sorpresa!… ¡Nos vemos en la cuerda floja!”
Así comenta para sí, y para nosotros, la experiencia propia a la que se ha visto de improviso enfrentado una de estas últimas noches…
“Caray, si tengo que viajar en estos días para ver a mi hija y darle un abrazote bien grande –comenta Píndaro- … Déjame buscar el pasaporte para, desde ahora y así gano tiempo, dejar listo las hojitas de migración y los detalles del vuelo… Cuándo me voy a ir… A qué hora saldré para coordinar quién me lleva al aeropuerto y a la hora de llegada para que ella me recoja… Cuánto voy a gozar tomando fotos para mis proyectos… Caray… déjame parar a buscarlo en la gaveta… ¡Anjá, aquí lo tengo! –exclama Píndaro al tomarlo entre sus manos y correr hacia su asiento para abrirlo. No sabe el por qué, pero en su interior algo le dice que tiene un asunto pendiente-… Déjame ver… Ah, caray, aquí están las páginas de los visados… ¿Qué?… ¿Que se me vence este domingooooo?…. ¡Ay, me fuñí!” –exclama impactado por la experiencia de enfrentarse a una realidad, realidad, que lo pone en la cuerda floja-.
Turbado por la impresión… y todavía blanco como un papel… sostiene su pasaporte en una de sus manos, mientras con la otra agarra el teclado de su computadora y trata de accesar a la página de la embajada para proceder a llenar el procedimiento correcto de renovación… Teclea y teclea y… ¡nada! ¡Es imposible acceder al documento que debe llenar para proseguir su gestión… Piensa de que el mingo se le ha trancado y que su situación de vencimiento del visado este domingo le pone en China su posibilidad de viajar de inmediato… Y, todo eso, por no revisar a tiempo sus documentos y confiar siempre en su memoria… Si darse cuenta, se ha visto en la cuerda floja y ha quedado cogido por la guardia de Mon…
Desesperado e impotente al no poder resolver el inicio de los trámites requeridos, suelta el teclado y usa esa mano para llamar por teléfono a un gran amigo, mientras con su otra mano todavía sostiene el pasaporte y fija en él su vista… medio espantado… RINNN –suena el timbre de su amigo ya casi a la medianoche- “¡Aló!’ –le responde una soñolienta voz de ultratumba- Y, Píndaro, si pensarlo dos veces le dice al amigo: “Toy fuñío… mira la hora que es y no me había dado cuenta que mi visa de diez años a EU se me vence este domingo… tengo el juego trancao y no hay forma de que la computadora me permita completar los trámites que piden… ¿Qué hago? –pregunta angustiado-.
Del otro lado del teléfono, la voz –ahora del bonachón amigo, le responde- “¿Y no te has dado cuenta que, sin querer, ahora estás en la cuerda floja?… Mira, llama a este número, que ahí te ayudan con los trámites pero, no fuñas más y, en lo adelante, mantente al día con tus cosas y revisa siempre lo pendiente…”.
Con esa respuesta de su amigo, Píndaro se tranquiliza y mira su reloj, y exclama: “¡Caray!… ¡Si ya casi es hora de enviarle a Bienvenido esta columna!… ¡Si no lo hago, se quedan ustedes sin leerla y los pongo a todos en la cuerda floja!”.