En la Diana

En la Diana

Primer Tiro
La decisión del Gobierno de reducir sus gastos corrientes y de inversión más allá de lo acordado en el Programa con el FMI parecería coincidir con la primera parte de la principal recomendación de política macro-económica del Informe Harvard suscrito por Ricardo Hausmann, la que sugiere “adoptar una política fiscal más ajustada…”. Pero el mismo discurso Presidencial del pasado día 17 del mes en curso deja claramente establecido que la situación actual de los mercados internacionales “complica los términos de la balanza comercial, presiona variables estratégicas como el tipo de cambio y crea presiones inflacionarias que siempre son indeseables”. Las presiones inflacionarias y cambiarias se contienen con la disminución del gasto público, sin que sea necesario sobreajustar el tipo de cambio. Pero no es el sobreajuste del gasto público el mecanismo para lograr una depreciación del tipo de cambio real, como parecería sugerir la segunda parte de la recomendación del Informe citado, cuando recomienda que “las metas de inflación se alcancen con una política monetaria más laxa” lo que conduciría a “generar un tipo de cambio real más competitivo”. 

Segundo Tiro

El Informe Harvard no presenta las evidencias empíricas que demuestren  que el tipo de cambio real actual no es competitivo, y los autores del mismo saben que una devaluación más allá de la que es necesaria para mantener la competitividad es ineficiente, pues las presiones de aumentos de costos internos eliminan los efectos de la devaluación nominal, sobre todo en un ambiente de demanda de alzas salariales. Pero también saben que un sobreajuste fiscal, aplicado en una situación en la que se busca reducir el consumo y la inversión privada, puede deprimir la demanda interna y producir un ajuste mayor al que se requeriría para alcanzar el crecimiento mínimo requerido para mantener el nivel de empleo. La depresión de la demanda interna lograría una depreciación del tipo de cambio real si y solo si la misma es tan intensa como para producir un nivel de precios internos menor que los externos, pero el costo en términos de desempleo sería intolerable.

Tercer Tiro

El argumento de que una política monetaria más laxa podría generar un tipo de cambio real más competitivo (tasas de interés no atractiva para los capitales externos)  no está tomando en cuenta que la economía dominicana recibe un ingreso de remesas cuyo gasto se destina en gran parte a bienes y servicios no transables, lo que aumenta el precio de los mismos a un ritmo mayor que el de los transables, lo que es un resultado contrario al que busca aumentar los precios de estos a través de una depreciación del tipo de cambio nominal. Una fuerte reducción del gasto público puede lograr que los precios de los transables aumenten más que los no transables, pues el mismo se orienta principalmente hacia estos últimos. Pero si esa medida va acompañada de una depreciación nominal de la moneda nacional, entonces se podría producir un sobreajuste cambiario simultáneo a un posible sobreajuste de la demanda interna. Las que no se sobreajustarían son las expectativas devaluatorias e inflacionarias, pues los mercados toman en cuenta que las políticas macro-económicas y la revisión de las metas del acuerdo con el FMI son mecanismos para lograr el nivel de ajuste apropiado.

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