En la Diana

En la Diana

Primer Tiro
A pesar del choque externo negativo, hasta ahora los riesgos macroeconómicos lucen equilibrados. Pero hay que tomar en cuenta dos factores fundamentales. El primero es el fuerte ajuste a que se está sometiendo el gasto público. Aunque el mismo representa menos del 15% de la demanda interna, el efecto multiplicador del consumo y la inversión del Gobierno (las partidas que están bajando más rápidamente) es más del doble del que produce el consumo privado. Quizás esto es desconocido por muchos periodistas y comentaristas que exigen mayor reducción del gasto público. Reducir más el consumo y la inversión del Gobierno para aumentar las transferencias a las empresas públicas eléctricas no compensa el efecto multiplicador de dicho gasto, y equivale a una transferencia al sector privado y a un sobreajuste del sector público. Los mismos empresarios que exigen ese ajuste excesivo deben saber que si no se produce  un cambio proporcional en el consumo y la inversión privada, los riesgos de un sobreajuste de la demanda interna no serían despreciables.

Segundo Tiro

Quizás el segundo factor más importante en el balance de los riesgos del proceso de ajuste sea la distribución de la carga del nuevo impuesto a la cartera e inversiones de las instituciones financieras. Una sobre reacción de las instituciones financieras, aumentando las tasas activas más allá de lo requerido para compensar el aumento del 1% a la cartera de préstamos, podría ser contraproducente, incluso para ellas mismas. La tasa activa promedio ponderada ha aumentado en proporción menor a los  aumentos recientes de la tasa de política monetaria, que es con la que el Banco Central produce aumentos en las demás tasas de interés del sistema. Si las instituciones financieras aumentan la tasa activa en un monto igual al doble del aumento del impuesto, los efectos serían casi iguales a los aumentos que han inducidos los incrementos en las tasas de política monetaria del Banco Central, lo cual duplicaría el efecto del ajuste que se ha buscado por esa vía, y doblaría la carga de los consumidores e inversionistas que se financian a través del sistema financiero. 

Tercer Tiro

Como a mayor nivel de tasas de interés activas, menor capacidad de pago de los deudores, un aumento excesivo de las mismas por parte de las instituciones financieras no solamente sería dañino para el nivel apropiado de la demanda interna, sino también para el control del riesgo crediticio de sus carteras de préstamos. Si un impuesto a los activos reales de las empresas comerciales e industriales no es traspasable a los consumidores, tampoco un impuesto a los activos financieros debería ser transferible de manera directa a los usuarios del crédito. Las ventas  y los ingresos de un sector son las compras y los gastos de otro. El crédito es una venta que se paga a plazo, y si el comprador no puede, o se le hace difícil traspasar los aumentos de sus costos a sus clientes, entonces sus posibilidades de pagos se reducen. Quienes “venden”  crédito deberían tomar en cuenta que la intención del impuesto es gravar la tenencia del activo, no el acto de la venta, y que son ellos quienes más se benefician del equilibrio de los ingresos y los gastos que producen lo comprado y lo vendido.

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