En la Diana

En la Diana

Primer Tiro

Hay que insistir en la esencia de lo que parece que no se ha comunicado o no se ha entendido bien: los aumentos en los precios del petróleo y de los alimentos  disminuyen la capacidad de importar y  el ingreso nacional, y como no conviene mantener el mismo nivel de gasto mediante más deuda, el Gobierno y el sector privado deben reducir sus gastos. A esta adaptación  del gasto agregado es lo que se llama ajuste de la demanda interna. Como en otras variables, en este caso también podría hablarse de un nivel de ajuste óptimo: el que reduce el nivel de gasto justo en lo que se ha reducido el nivel de ingreso, de manera tal que el déficit, la deuda y el desempleo no aumenten más allá de lo necesario. Si suben los precios internacionales del petróleo y las materias primas alimenticias, los precios locales de algunos alimentos, los combustibles y la electricidad, también deben subir, pues no hay otra opción para evitar el ajuste. A este mecanismo de los precios se suma el de las tasas de interés, cuyos incrementos encarece y también reduce el consumo privado.

Segundo Tiro

El gasto público se ajusta por decisión del Gobierno, aunque muchas de sus principales partidas son muy inflexibles a la baja. La carta de intención correspondiente a la última revisión del acuerdo con el FMI es clara y explícita en cuanto a las metas y el proceso de ajuste fiscal, y establece el monto y magnitud en que la reducción de los ingresos presupuestados y el fuerte aumento del gasto en subsidio eléctrico empeoraron significativamente la posición de las finanzas públicas. A mayo el gasto en consumo e inversión había caído un 13% con relación a lo acumulado en igual periodo del año pasado. El recorte del gasto primario (de consumo e inversión) no social en un 12% intensificará el proceso de ajuste del gasto público. Además de la significativa reducción del ritmo de crecimiento en el primer trimestre, otros datos disponibles sugieren que el proceso de ajuste de la demanda interna continúa bajando el nivel de actividad hasta el nivel que sería compatible con la magnitud e intensidad del choque externo.

Tercer Tiro

Un sindicalista que exige más reducción del gasto público (quizás desconociendo los niveles actuales de ajuste en dicha variable); un editorialista que cuestiona que se tomen deudas nuevas al mismo tiempo que se pagan las vencidas (talvez sin tomar en cuenta que en estos casos el aumento neto en la deuda total es cero); un articulista que recomienda un recorte severo en todas las partidas de inversión del Gobierno (sin medir su efecto en la reducción del crecimiento y el empleo); y un dirigente de las asociaciones del transporte que pide una reducción del precio de los combustibles (sugiriendo un sacrificio fiscal mayor al que se incurre cuando a dichos grupos se les entrega combustibles exonerados de impuestos), son personas con intereses y pensamientos muy diferentes.

Pero todos comparten dos ideas muy posiblemente erróneas: que el Gobierno puede evitar el ajuste interno que se impone desde lo externo, y que no hay que tomar en cuenta el riesgo de que dicho ajuste quede por debajo o por encima de lo necesario.

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