En la Diana

En la Diana

Primer Tiro
La actividad económica global todavía se encuentra sometida al impulso aplicado por la flexibilización de la política monetaria. Una prueba contundente de lo anterior es el crecimiento de 1.9% que en el mes de septiembre registraron los préstamos en moneda nacional  al sector privado. La fuerza de la política monetaria todavía imprime movimiento a los créditos y al consumo privado. Pero la lucha contra los efectos negativos de la crisis requiere de otro impulso antes de que el monetario se agote completamente, y ese lo produce el aumento del gasto público financiado externamente, como lo contempla en el Programa con el FMI. Las expectativas de una aceleración de la economía deberían crecer, pues el ritmo de actividad económica aumentará significativamente en el último trimestre. Ese periodo será determinante para alcanzar un crecimiento entre 0.5% a 1.5%, como lo contempla el Programa. La política contracíclica de aumento del gasto público es consistente con un aumento de los ingresos tributarios, aunque las ventas de las empresas que declaran a la DGII no crezcan al mismo ritmo.

Segundo Tiro

Para que la expansión del gasto público tenga el máximo impacto en el crecimiento, gran parte del mismo debe dirigirse hacia proyectos de inversión con grandes repercusiones sobre toda la economía. Dichas repercusiones se miden en términos de la cantidad de gasto total que se produce. Mientras mayor sea la cantidad de gasto adicional por unidad del monto de la inversión original, más rentable y más impacto tendría el proyecto de inversión pública. Seleccionar adecuadamente el destino del gasto no es solamente uno de los grandes desafíos que enfrenta el Gobierno. Es también la oportunidad de demostrar que es capaz de identificar e invertir en los sectores y proyectos que producen los mayores beneficios sociales. La inversión pública ha caído, pero el Programa contempla aplicarle un gran impulso, hasta llevarla a un importante 4% del PIB para todo el 2009. Pero ese aumento del gasto se financia con endeudamiento externo, y la única forma de mantener la solvencia fiscal es aumentando la capacidad productiva de la economía, lo que asegura los mayores ingresos tributarios futuros que requiere el pago de la deuda. 

Tercer Tiro

El hecho de que el aumento del gasto público contemplado en el Programa se financie fundamentalmente  con recursos externos tendrá importante consecuencias en la sostenibilidad de las cuentas externas y en la evolución de la tasa de cambio. Si el impulso fiscal actúa con rezago, las entradas de capitales contempladas en el Programa podrían producir un superávit de balanza de pagos en el último trimestre del año y los primeros dos del 2010. En tales circunstancias, para mantener el tipo de cambio en la vecindad de su valor de paridad de equilibrio, el Banco Central tendría que acumular reservas. Pero si los efectos del impulso fiscal se producen con rapidez y robustez, las mayores importaciones de bienes y servicios que produce el mayor crecimiento pueden financiarse con los ingresos de capitales previstos. En cualquier caso, el Programa contempla el mantenimiento de un nivel de reservas netas adecuado para evitar presiones cambiarias indebidas. El movimiento del impulso fiscal sería consistente con el equilibrio del mercado cambiario.

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