En la Diana

En la Diana

Primer Tiro
La lengua mentirosa hiere como espada, pero si la importancia de la herida depende de lo cortante del filo, entonces quienes difunden la farsa de que el Banco Central promueve una sobre-devaluación de la moneda nacional no tendrán acogida en  la opinión pública. Las evidencias disponibles muestran que la tasa de cambio actual no presenta una desviación significativa con respecto a la de equilibrio o paridad. Tampoco la moneda nacional se ha apreciado con relación al dólar mas que el promedio de las demás monedas regionales, por lo que auspiciar una sobre-devaluación del peso dominicano, con la falsa idea de que tal acción contribuiría a aumentar las exportaciones, sería una gran insensatez. La población debe saber que es propio de lenguas ligeras sobredimensionar acontecimientos para lograr determinadas reacciones, y ese parece ser el caso de los planteamientos con respecto a la trayectoria de la tasa de cambio y la infamia de la influencia del dinero sucio en la situación cambiaria.

Segundo Tiro

No sale agua dulce y agua salada de una misma fuente, ni una misma farsa puede montarse sobre dos argumentos, como el de que se quiere promover una mayor devaluación cambiaria, y que la estabilidad de la tasa de cambio se debe a la entrada de dinero sucio. Ni el nivel actual de la tasa de cambio representa una sobreapreciación de la moneda nacional, ni el ritmo al cual se ha movido en los últimos días representa un riesgo de que suceda el fenómeno de la sobre sobre-depreciación. La depreciación acumulada en lo que va de año es similar a la inflación acumulada, lo que significa que no hay retraso cambiario acumulado importante. El déficit esperado en las transacciones corrientes con el exterior podría ser menor o casi igual al del año pasado, cuando la depreciación de la moneda nacional estuvo en la frontera del 2%, lo que significa que una devaluación mayor no la justificaría los resultados de las transacciones con el exterior. El déficit se encuentra totalmente financiado en las proyecciones del Programa Monetario, y si  lo que sale por la boca es lo que hay en el corazón, entonces la lengua falaz se ve al descubierto en su despropósito de promover una sobre-devaluación.

Tercer Tiro

La serpiente tiene el veneno debajo de la lengua, pero sólo si muerde puede inocularlo, y necesita que la presa transite su camino. No es cierto que exista una situación cambiaria frágil con riesgo de una sobre-devaluación, y las posibilidades de que la lengua viperina lleve a la tasa de cambio a su tenebroso camino son muy escasas. Los ingresos en moneda extranjera de la cuenta corriente están repuntando, y los próximos meses serán abundantes en las entradas de capitales externos. No se construye un refugio grande y fuerte para una tormenta débil y pasajera, ni se promueve ni se permite una devaluación monetaria innecesaria para tratar de corregir un déficit cuyo vendaval apenas logra mover la embarcación de un marinero muy experimentado. La lengua juzgadora quiere condenar a inocentes al yugo de la inflación y la pobreza, que es lo que se lograría con una sobre-devaluación de la moneda nacional. La abundancia de la cosecha no depende del tamaño de la lengua mentirosa, y ella no podrá impedir que los frutos de la estabilidad cambiaria continúen en la mesa de los pobres.

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