Escribo estas líneas, jueves 19 de marzo. He encontrado una página del periódico, totalmente ocupada por la disturbante figura del general Pedro Santana, en conmemoración de la batalla del 19 de Marzo de 1844 en Azua, primer encuentro bélico de gran dimensión entre los dominicanos y los invasores haitianos, ya que el primer enfrentamiento ocurrió seis días antes en la Fuente del Rodeo, con las milicias que mandaba Fernando Taveras.
Pedro Santana, poderoso personaje de gran prestigio en el Este, llegó a Santo Domingo con su hermano Ramón, al frente de un ejército integrado por gente del Seibo y Hato Mayor, en su mayoría muy diestra en el manejo del machete y la lanza. Era el primer dominicano con ejército propio, ya que los hombres que componían su cuerpo de guerra eran devotos admiradores de su prestigio y hombría. La Junta Central Gubernativa elevó su rango al de Comandante en Jefe de los Ejércitos del Sur, autorizándole además a reclutar hombres en edad militar.
El 19 de marzo, un ejército de unos treinta mil haitianos, al mando del presidente Charles Herard, se hallaba frente a Azua con sus tropas listas. La batalla se inició aproximadamente a las dos de la tarde. Los haitianos lucharon con denuedo, pero los defensores de Azua, con solo dos cañones y aquella tropa heterogénea mayormente armada de machetes y lanzas, obligaron a los invasores a abandonar el campo, cubierto de cadáveres.
Mucho se criticó que, tras la victoria, Santana ordenara el abandono de la plaza, pero el general, astuto estratega, comprendió que no disponía de recursos para retenerla y se retiró hasta Baní para tener la protección del desfiladero de El Número y del río Ocoa.
Azua fue abandonada. Partidas las tropas dominicanas, Herard la ocupó.
El general Gregorio Luperón, uno de sus más encarnizados adversarios, pero hombre de gran integridad e imparcialidad, escribió:
“Como hombre moral y honrado, ninguno ha podido serlo más que el general Santana en su país. Como soldado tuvo, desde el primer día de su carrera, maravillosa penetración, gran perspicacia, admirable entereza, gallardo valor y extraordinaria energía. Era un táctico de notable superioridad, con espíritu verdaderamente organizador, amante de la disciplina, con peculiar pericia, gran serenidad y actividad infatigable. Era austero, probo, sincero y apasionado por el orden hasta ser inexorable”.
Luperón, quien persiguió de cerca a Santana en los últimos días del hatero, opinaba que “Santana no efectuó la Anexión por venalidad ni por miedo a los partidos, sino por inclinación (a España)”. “Santana jamás tuvo temor a nada ni a nadie. Fue hombre íntegro y entero en todos sus actos”.
Este texto ha sido tomado de una publicación del eminente historiador Emilio Rodríguez Demorizi, basada en manuscritos de Luperón, y consta al margen del documento (igualmente de su puño y letra), que estas opiniones deberían ser incluidas en la segunda edición de sus “Notas autobiográficas y apuntes históricos”.
Forma parte de los trabajos reunidos por Rodríguez Demorizi en su obra “Retratos de Santana”.
Un personaje difícil. ¿Verdad?