En la encrucijada

En la encrucijada

Toda luna de miel tiene su final. Se ve en los matrimonios, en los noviazgos, en las relaciones laborales y sociales, en la política y en la economía.  En la vida todo se reduce a cómo superar los malos momentos y acercarnos de nuevo a esos que recordamos con satisfacción y felicidad. 

El Gobierno del PLD tuvo su luna de miel durante los primeros 4 años de su mandato iniciado en el 2004. No se puede dejar de reconocer que su capacidad para aumentar las recaudaciones fiscales le dieron un amplio espacio para gobernar con holgura y para gastar a sus anchas en la campañas electorales del 2006 y el 2008, aunque la economía era conducida por las riendas del Fondo Monetario Internacional (FMI).

En el 2009 comenzaron los problemas para el Gobierno, atribuidos inicialmente a factores externos, aunque agravados por el dispendio interno, donde la crisis financiera mundial hizo estragos en todas las economías. Los salvamentos bancarios en República Dominicana en el 2003 se convirtieron en la panacea del mundo desarrollado para superar la crisis, lo que revirtió el pensamiento de muchos escépticos sobre la decisión adoptada ante el colapso de varios bancos locales después de 12 años haciendo de las suyas. 

Pero el 2010 ha sido el más especial, ya que después de librarse del FMI en el 2008, el Gobierno tuvo de nuevo que buscarlo a finales del 2009 para que auxiliara la economía dominicana. Sin embargo, con un proceso electoral en marcha, el acuerdo se violentó antes de cumplir los 3 meses de vigencia, teniendo que negociar con urgencia uno nuevo antes de las elecciones. 

De eso dependía grandemente el triunfo electoral, ya que sin ese acuerdo no hubiera colocación de bonos soberanos, que permitieron financiar la costosa campaña peledeísta recién pasada. En dos meses gastaron US$450 millones de esos bonos.

Ahora tratan nuevamente de revisar las metas, ya que están lejos de cumplirlas por el hoyo fiscal heredado de las pasadas elecciones. Quieren que el FMI le permita subir el déficit fiscal al 5% del PIB (del 3.6% vigente) y aumentar la deuda con más emisiones de bonos.  

La verdad es que el Gobierno no tiene un chele y está cubriendo solamente los salarios de los empleados y otros compromisos que son ineludibles o de extrema urgencia para la seguridad pública, incluyendo el pago de la deuda externa. 

Pero no paga sus deudas locales, no invierte en obras, excepto las que tienen financiamiento externo, renegocia sus préstamos con la banca local porque no puede pagarlos y está financiando el Metro con dinero prestado de los mismos contratistas.

 No es casualidad que Salud Pública no tenga dinero para enfrentar la epidemia de dengue que azota al país o que la gente sienta en carne propia la sequía financiera que azota al comercio, al mercado hipotecario y al sector productivo.

Definitivamente, se acabó la luna de miel para el Gobierno y sus problemas y dificultades apenas comienzan, ya que se violentó de nuevo el acuerdo con el FMI y hay pocos argumentos para justificar otra revisión. Así de simple. Se necesitan cerca de 40 mil millones de pesos en ingresos adicionales para resolver el problema y poner las finanzas públicas en orden y eso es mucho dinero para buscarlo prestado o de los bolsillos de los contribuyentes.

Mientras tanto, la propaganda gubernamental habla de que hay “estabilidad macroeconómica” cuando se visualizan serios desequilibrios en todos los frentes, desde el fiscal, hasta el comercial y de cuenta corriente, reflejándose en una creciente presión en el mercado cambiario. Esa estabilidad ya desapareció hace dos años. 

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