En la Galería Nacional de Bellas Artes ¡Obra y presencia de Algel Haché! “Puedo hablar eternamente de este artista profesional, disciplinado, talentoso…pero quisiera decir algunas cosas del hombre serio, de una sola pieza…una sola mujer; sobrio, terco; turco, cuadrado, difícil de doblegar, necio unas veces, otras, impertinente. Defiende sus ideas con pasión, con estoicismo”… (Augusto Feria-sobre Angel Hache-, 2017).

En la Galería Nacional de Bellas Artes ¡Obra y presencia  de Algel Haché! “Puedo hablar eternamente  de este artista profesional, disciplinado, talentoso…pero quisiera decir algunas cosas del hombre serio, de una sola pieza…una sola mujer; sobrio, terco; turco, cuadrado, difícil de doblegar, necio unas veces, otras, impertinente. Defiende sus ideas con pasión, con estoicismo”… (Augusto Feria-sobre Angel Hache-, 2017).

Bajo un título tan sumario como igualmente elocuente y revelador: “Aquí estoy”, el Ministerio de Cultura, la Dirección General de Bellas Artes, la Galería Nacional de Bellas Artes y la Fundación Elsa Núñez y Ángel Haché, han unido afanes, trances y recursos para entregarnos la muy oportuna y digna exposición “retrospectiva” del respetado artista Angel Haché (1943-2016), compuesta por más de 100 obras, entre dibujos, pinturas, grabados y técnicas mixtas, además de objetos, documentos personales, fotografías y películas.
El título no me sorprende. Es del propio artista y el primer verso de uno de sus conmovedores textos poéticos. “Aquí estoy”, encarna la vitalidad de su práctica creadora, la vigencia de su valioso legado artístico y, sobre todo, su presencia espiritual a través del mismo compromiso y la devoción con que Elsa Núñez, su eterna musa y compañera, se ha entregado a la tarea de proyectar y hacer valer el potencial trascendente de sus grandes aportes al desarrollo del teatro, las artes plásticas, la educación artística, el cine y la cultura visual en la República Dominicana de las últimas cinco décadas.
El conjunto de obras de la muestra, desplegado en los dos niveles y en todos los espacios expositivos de la Galería Nacional de Bellas Artes, abarca este trayecto productivo, pero concentrándose únicamente en su producción plástica, aunque en este mismo orden los baches resultan obvios a nivel cuantitativo. Incluso, la invisibilidad casi absoluta del artista homenajeado como personaje de primera línea en los dominios del teatro y el cine, determina la “quiebra” definitiva del concepto rigurosamente implicante y abarcador de “retrospección” en el caso de un creador tan polifacético, brillante e influyente como Angel Haché.
Estoy de acuerdo con la amiga y colega, Marianne de Tolentino, directora de la Galería Nacional de Bellas Artes y curadora de “Estoy Aquí”, cuando apunta que “La exposición retrospectiva de Angel Haché suscita varias reflexiones”. De entrada, nos pide “que la consideremos única en su género”. Lamentable, pero esta vez no puedo complacer a la respetada “Madame”, pues, desde mi particular punto de vista, para que una muestra retrospectiva de un artista de la categoría de Angel Haché resulte “única en su género”, tendría que traslucir objetivamente una efectividad curatorial tan rotunda que ponga en evidencia el mismo trabajo de un equipo multidisciplinar de curadores, historiadores y críticos de arte que se hayan dedicado a investigar y valorar con tiempo y profusamente su trayectoria productiva en el teatro, las artes plásticas, el cine y su ejemplo formidable como educador.
Y la cuestión es la siguiente: ¿Por qué en una exposición retrospectiva de un artista como Angel Haché no podríamos tener la oportunidad de verle ampliamente contrastado a través de las imágenes en movimiento desde el escenario o la pantalla cinematográfica? En esta muestra, la especialidad de su proceso creativo, sus profundas convicciones sociales y estético-filosoficas; su característica autoexigencia y su radical eticidad creadora, resultan banalizadas y hasta soslayadas.
La propuesta museográfica es descuidad y pobre. Su infortunio se percibe desde la misma impertinencia de los textos museográficos escogidos. La iluminación no puede ser más triste. No obstante, la muestra nos permite una visión bien compendiada de la producción plástica de Angel Haché. Las obras se valen por sí mismas. El módulo circular central que reúne la serie de los retratos de Elsa Núñez se justifica al igual que el aporte de la documentación, los álbumes, las carpetas y las fotografías, aunque la colocación de una gran cantidad de estas en una mesa que nos obliga a ver con la cabeza hacia abajo, deviene en terrible desacierto.
El aspecto más trascendente de la producción plástica de Angel Hache lo constituye su alta valoración del dibujo como categoría estética autónoma. Ya sea al lápiz, la tinta, el carboncillo o la acuarela, su consistencia creativa y productiva en esta categoría, identifica ampliamente su obra global. En los dibujos y pinturas de Angel Haché no resulta difícil advertir su apuesta por la rigurosidad técnica y formal, así como por la precisión en el manejo del espacio, la línea, el trazo, las luces y las sombras. El dibujo fue la vía más plena para expresar sus convicciones ideológicas, su exquisita sensibilidad poética y su profunda conexión existencial con los fundamentos del hecho plástico.
Rostros, personajes, detalles, grupos, ambientes, paisajes e imágenes soportadas sobre el papel y la tela, vitalizan el universo visual de Angel Haché. Con lenguaje sencillo y expresivamente elocuente, este excepcional artista dominicano llego a percibir y plasmar de manera única las tensiones cibernéticas del cuerpo humano y las complejidades de la subjetividad, así como las estructuras, las luces, las sombras y las texturas sensibles de lo real.

Realidad. Interioridad. Naturaleza. Sentido de la tierra. Flora y fauna, destacan entre los motivos de su serie pictórica titulada “Canto a la naturaleza”. En estos trabajos, Angel Haché enfatiza en los aspectos matéricos y cromáticos a través de unos juegos de transparencias y texturas que nos remiten hacia una microfísica de lo telúrica y lo mineral y hacia las densidades atmosféricas, acuáticas y vegetales. Se trata de un conjunto de obras que nos revela un itinerario existencial y creativo en el que Angel Haché nos presenta las preciosas cifras de su esplendoroso y perpetuo reencuentro con la naturaleza.

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