En la Galería Nacional de Bellas Artes ¡Reyes Ocre: Sobre los límites del sueño y la razón!

En la Galería Nacional de Bellas Artes ¡Reyes Ocre: Sobre los límites del sueño y la razón!

Desde la noche del viernes 27 de mayo pasado, la Galería Nacional de Bellas Artes mantiene abierta la impactante exposición titulada “Duendes de mi isla”, del talentoso, hiperactivo y destacado artista Junior Reyes Ocre, sin dudas, uno de los jóvenes pintores dominicanos más excitantes y consistentes, confirmado ya como una de las mayores revelaciones en el panorama de las artes plásticas y visuales dominicanas de la última década.
Desplegada en el Salón de la Rotonda del Palacio de Bellas Artes, localizado en la intersección de las avenidas Independencia y Máximo Gómez, “Duendes de mi isla” es una exposición digna de una contemplación atenta y un análisis detenido, compuesta por más de 30 obras ante las cuales podemos confrontar y disfrutar los penúltimos efectos del vertiginoso y efectivo proceso de depuración conceptual que define la producción pictórica reciente de Reyes Ocre.
Y como avanzando algunas claves sobre el enigmático título de la muestra y sobre las implicaciones que contienen los asuntos que aborda en esta entrega, el mismo artista declara: “He creído en mitos, fantasías y duendes que rondan mirando nuestra forma de vivir. Seres que para muchas personas es una locura pensar que existen. También comentan la manera en que administramos nuestro planeta. Para muchos, estas palabras son solo historia, para otros es el comienzo del despertar de la consciencia”…
Aparte de una serie de trabajos de formatos medianos con los cuales Reyes Ocre intensifica su abrazo apasionado del sistema pictórico, mediante una factura majestuosa y una recursividad expresiva rotundamente abstraccionista, entre las obras más notables de “Duendes de mi isla”, figuran las tituladas “Mi retrato” (2015); “Mitos”; “Orgánico”; “Con los ojos cerrados”; “Otro…de piratas y dragones”; “Caín…fabricando al malo”; “Destierro”; “Jinete”; “Aguas Clara”; “Eva una costilla más”; “Naciendo del fuego”; “Desbocado”; “Mirada hacia el río”; “Angeles”; “Postura del Fénix I y II”; “Probabilidad de lluvia…un 0%”; “Al final del Arcoíris”; “Desde el Sur”; “Señales de minería” y “La Mirada” (2016).
En estas obras, Reyes Ocre reafirma su estatus como uno de los más consistentes y auténticos experimentadores con que cuenta la práctica pictórica contemporánea en Santo Domingo. La disposición hacia la constante experimentación, le lleva a pintar con todos los sentidos y todo el cuerpo, pues para Reyes Ocre, el reto de la pintura no puede ser resuelto de una vez por todas. Este reto es un problema que nuestro artista vuelve a enfrentar con cada nueva obra hasta lograr expresar de manera energética y sublime una experiencia estética y existencial intensamente individual, utilizando materiales, medios, signos y símbolos que proceden de la tradición y que al mismo tiempo nos refieren a la indisoluble relación entre acción humana, contexto sociocultural y naturaleza.
Precisamente, al analizar el aspecto contextual, así como las múltiples cualidades y revelaciones significativas que vitalizan la obra pictórica de Reyes Ocre, nos advierte Marianne de Tolentino, directora de la Galería Nacional de Bellas Artes: “Esta cosmogonía obviamente pertenece al Caribe, a ese anunciado mundo mágico e insular, para que el espectador no se confunda… o que por el contrario se desconcierte, evocando los disturbios y los cambios inevitables del calentamiento global. La pintura de Reyes Ocre, más que sus dibujos y sus esculturas, recorre los meandros, los estallidos, las explosiones. Se trata de una nueva advertencia muy consciente, aunque anteriormente él se había referido a una “carta al subconsciente”.
Tanto en el conjunto expositivo como en cada una de las obras, facturadas en acrílica, técnica mixta sobre tela y formatos respetables, Reyes Ocre logra evocar no solo una latitud espiritual específica (las dimensiones de la magia y lo real maravilloso del Caribe insular), “donde lo insólito es cotidiano” (A. Carpentier), sino también una geografía alucinante y una atmósfera natural palpable, habitadas por unos terribles “duendes” intemporales que proclaman su vigencia fantasmagórica a través de los rituales colectivos del delirio y las absurdas leyendas urbanas que siguen retroalimentando los espacios de la sociorealidad, el imaginario popular y el caos cotidiano dominicano del instante.
Así, frente a las obras más significativas de esta muestra, en cuanto a sus niveles de artisticidad o riqueza estética, que son también las de mayor capacidad metafórica, hay que concluir en que Reyes Ocre se aleja, cada vez con mayor énfasis y radicalidad, del desfase surrealista que marcaría su obra durante un buen tiempo, hasta arribar a una práctica creadora profundamente mística a través de la cual materializa un rotundo repertorio de “conclusiones” estéticas en cuyo proceso de disfrute e intelección resultan desbordados con particular elocuencia y brillantez los precarios asideros de la lógica, la “objetividad” y la razón…

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