En la importancia de mover y remover

En la importancia de mover y remover

Estamos viviendo nuevos síntomas. Parecería que una oleada mundial, con un color y una intensidad novísima –digamos que moderna-  cae como una inmensa mano de agua que intentase ahogar o diluir la concentración de los enormes egoísmos humanos, que prácticamente han roto el equilibrio de la naturaleza en todos sus aspectos, afectando toda la Creación: tierra, mar, aire, calidad de vida en el total de las modalidades animales, empezando por el humano y terminando con las especies más minúsculas. Esto me recuerda al jesuita y filósofo de gran apertura  mental y valentía, Baltasar Gracián (1601-1658), quien en su obra maestra,  titulada El Criticón, refiere: “Luego que el Supremo Artífice tuvo acabada esta gran fábrica del mundo, dicen que trató de repartirla, alojando en sus estancias sus vivientes”.

“Convocóles  a todos, desde el elefante hasta el mosquito; fuéles mostrando los repartimientos y examinando a cada uno cuál de ellos escogía  para su morada y vivienda. Respondió el elefante que él se contentaba con una selva; el caballo, con un prado; el águila, con una de  las regiones del aire; la ballena, con un golfo…” “…Llegó último el primero, digo el hombre, y examinando a su gusto, dijo que él no se contentaba con menos que con todo el Universo, y aún le parecía poco.” 

  Pues este encontrárselo  todo poco, ha llevado a los más fuertes a dejarse arrastrar por una voracidad y una impiedad ilimitada,  en perjuicio de todo lo demás. Hasta el clima  lo ha fastidiado el hombre.  Las especies animales se extinguen en una agonía,  los bosques,  las aguas, el aire, todo ha sido afectado.  Me regocija que el Gobierno Dominicano, en manos del presidente Fernández, haya dado inicio a un gran programa de instalaciones destinadas a la producción de energía eólica.  Especialmente me entusiasma que no se trata de proyectos en papeles sino anunciados cuando ya están en proceso de construcción, con una inversión  de la empresa privada española Interavante,  que sobrepasa los 180 millones de euros. Igualmente la distribución de millones de bombillos de bajo consumo para sustituir los incandescentes (que son destruidos al instante).

 Hacía ya mucho tiempo que me extrañaba la inmovilidad estatal en cuanto a la disminución del costo de la producción eléctrica, cuando tenemos aire y sol para producir energía barata y limpia, con una inversión importante que retribuirá  con creces  el gasto inicial y va a contribuir a la salud y el bienestar general.

  En general  hay que actuar  sin tantos “estudios” dilatorios cuando no hay tiempo que perder. Hay que actuar ya mismo. Con firmeza permanente, no con el absurdo sistema de los “operativos”, que parecen una broma de mal gusto. Un día “cierran” un punto de distribución de drogas y en breve está nuevamente funcionando, un día se multa a los conductores de vehículos que no usen el cinturón de seguridad o hablen por el celular, y así innumerables casos de transitoriedad apática. Necesitamos leyes válidas. Obedecidas a la fuerza, para bien de todos. Tenemos que movernos, que removernos. Persistentemente y con urgencia.

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