En la Sala de Arte Ramón Oviedo
MAESTROS DE LA ESCULTURA DOMINICANA

<STRONG>En la Sala de Arte Ramón Oviedo<BR></STRONG>MAESTROS DE LA ESCULTURA DOMINICANA

AMABLE LÓPEZ MELÉNEDEZ
Desde la noche del 15 agosto hasta esta pasada segunda semana de septiembre, la Sala de Arte Ramón Oviedo de la Secretaría de Estado de Cultura, ubicada en la Av. George Washington esquina Presidente Vicini Burgos, frente al Parque Eugenio María de Hostos, ha estado exhibiendo una reducida colección de obras escultóricas en madera, piedra y metales que, no por su amplitud, sino por la resistencia que aporta la calidad de la mayoria de las obras, se puede apreciar como un digno ejemplo de  la rigurosa formalidad y profundidad simbólica que caracterizan la escultura dominicana de la modernidad.

En efecto, “Maestros de la  Escultura Dominicana” es una muestra en la cual cada obra nos obliga hacia el atento seguimiento evolutivo de la tradición escultórica local y ante las variaciones de la poderosa polisíntesis de estilos, tecnologías, poéticas vanguardistas de la modernidad occidental y simbologías ancestrales que marca la producción tridimensional de artistas como los grandes maestros fallecidos Antonio Toribio, Antonio Prats Ventós, Silvano Lora, Luichy Martínez Richiez y Gaspar Mario Cruz, así como la de otros maestros consagrados  y activos como Domingo Liz, José Ramón Rotellini, Ramiro Matos, Geo Ripley, Joaquín Mordan Ciprian, Ramón Osorio, Salvador Vasallo y Amaya Salazar,

Con “Maestros de la  Escultura Dominicana”, la SEC y el Museo de Arte Moderno dieron inicio al programa de actividades paralelas de la 24 Bienal Nacional de Artes Visuales, cuya exposición central continúa abierta hasta el 30 de octubre en las tres plantas principales del MAM. La misma ha sido concebida en el marco de la Bienal y como exposición complementaria de la gran muestra colectiva homenaje a nuestra reconocida artista y educadora Soucy de Pellerano, la cual también se puede ver hasta finales de octubre en los jardines de la Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte. La organización estuvo a cargo del equipo del MAM y de  la Asociación de Galerías de Arte de la República Dominicana, presidida por Mildred Canahuate, quien también forma parte del Comité Organizador de la Bienal.

Entre las obras más relevantes de esta muestra destacan varias piezas extraídas por la Dra. Laura Gil Fiallo desde los fondos del Museo de Arte Moderno, tales como “Composición”, talla en caoba de Domingo Liz, ganadora  del 2do. Premio de Escultura en la lX Bienal Nacional de Artes Plásticas(1958); “Infinito”, hierro y fiberglass de Ramiro Matos;  “El Flautista”;  talla en caoba de Antonio Toribio ganadora del 2do Premio  de Escultura de la XII Bienal Nacional de Artes Plásticas(1954);  “África II”(1994), acero inoxidable de Salvador Vassallo; “La Pareja”(1992), bronce de Said Musa;  “Flor Endémica”(1981), mixta/madera de Silvano Lora y “Los Amantes”(1979,  bronce de Joaquín Mordan Ciprian.

Asímismo, la Galería de Arte Arawak, De Bodden Galería de Arte y Guernica Galeria de Arte, aportaron una serie de piezas que no lleganron a la indignidad, pero que no pueden considerarse obras realmente representativas de la producción de cada uno de los artistas que las realizaron,  desde luego, exceptuando los casos de Gaspar Mario Cruz y Amaya Salazar. Nos referimos a “Sin Titulo”, talla en caoba  sin fecha de Gaspar Mario Cruz; “Sin Titulo”, talla en madera de Luichy Martínez Richiez;  “Urbana XIII”, talla en madera de José Ramón Rotellini;   “La Selva”, talla en madera de Antonio Prats Ventos; “Cabeza de Mulata”(2006), talla en mármol negro de Ramón Osorio y “Maternidad”, conmovedora pieza en bronce de Amaya Salazar.

Pero la pieza mas reveladora de esta selección resulta “Figura en Reflejos”, bronce/yeso de Geo Ripley, toda una “opera aperta” realizada en 1967 que nos deja ver la precocidad de la depuración discursiva y de la poética eminentemente minimalista que transitaba Ripley en los momentos más expansivos y efectivos de los lenguajes y materiales de la escultura contemporánea. Sin embargo, una terrible ausencia se ha notado en “Maestros de la  Escultura Dominicana”. Se trata de la obra de Bismarck Victoria, con toda seguridad el más conceptual, riguroso, preclaro y esencial de los escultores dominicanos de la actualidad. En este caso, estamos ante una ausencia inexcusable.

En su ensayo curatorial para “Maestros de la  Escultura Dominicana”, la Dra. Laura Gil Fiallo, encargada de investigaciones del Museo de Arte Moderno advierte que en el caso de la escultura dominicana es preciso  tomar en cuenta “la ausencia  de la esplendida tradición de la talla africana”. Sin embargo, esta advertencia podría ser sometida  a un debate que nos lleve a un ejercicio especular o desmitificador sobre las fuentes, asimilaciones y transmutaciones lingüísticas o estilísticas registradas en nuestras artes plásticas y visuales a lo largo del siglo XX.

Por ejemplo, ¿cuáles serían las fuentes inspiradoras de los temas de parejas, juegos y maternidades tan caros a una practica magistral como la de Gaspar Mario Cruz?. Al respecto se ha sugerido una multiplicidad de busquedas y miradas, pero todavía estamos a tiempo de ver “Madre Africa”, curada por Reynold C. Kerr, extraordinaria exposición que actualmente presenta el Museo del Hombre Dominicano y en la que seguramente nos sorprenderán  las excelentes y graciosas representaciones de los “Calitomé锠 realizadas por los maestros talladores africanos. La cuestión sería, ¿dónde está la fuente de este signo en la obra del maestro dominicano, ¿acaso en la “perdida” tradición africana o en la todavía más “exterminada” de nuestros taínos ancestrales y cotidianos?

En su debatible propuesta curatorial, la Dra. Laura Gil Fiallo sostiene que en el caso de los maestros dominicanos: “Se trataba en la mayoría de los casos en reinventar la escultura desde la modernidad, y la reinterpretación de lo orgánico según formas que provienen del cubismo y del surrealismo, pongamos por caso, en Luichy Martínez Richiez, o la adopción de la estética de Moore por parte de Mordan Ciprian o Prats Ventos, al menos en parte de su producción, se produce sin las trabas de unos hábitos normales o técnicos más ligados al clasicismo. Otras influencias como las del Pop, el arte povera y el » nouveau realisme”, en artistas como Silvano Lora, se realiza con la misma fluidez. El predominio de la talla escultórica y una sensibilidad más bien barroca son rasgos predominantes en el conjunto, que, aunque minoritario en relación con la pintura, no deja de ser contundente y ocupa un puesto significativo dentro del ámbito de la plástica nacional”.

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