En la vorágine del tránsito

En la vorágine del tránsito

Reconociendo de antemano que no soy técnico en la materia, pero conociendo y sufriendo los embates del flagelo que nos afecta a todos cuando nos desplazamos desde cualquier punto de la ciudad, me permito hacer algunas sugerencias en este sentido, pues este está sacudiendo a todos los que vivimos en la primera ciudad del nuevo mundo.
En nuestros recorridos diarios desperdiciamos alrededor de cuatro o cinco horas y cientos de galones de combustible, traduciéndose ambos en pérdida de dinero, no solo para los que nos vemos atrapados en esa vorágine infernal, sino para el propio gobierno con la factura petrolera.
Para iniciar una salida vehicular debemos prepararnos psicológicamente para no caer en un estado psicótico.
La principal solución es el transporte en masa. Esto no se consigue sumando al tránsito miles de autobuses, cuyas unidades serían necesarias en algunos puntos de la ciudad de manera dosificada, pues la inserción excesiva de estos vehículos, lejos de mejorar el tránsito serviría para agravar aún más el caos.
El mejor transporte en masa es en trenes desplazándose por encima de la ciudad sin entorpecer el tránsito regular.
Si se decidiera hacerlos subterráneos, en el tiempo que dure una excavación para estos fines ya estarían listos de un todo los trenes en la superficie, los cuales son más seguros a inundaciones y sismos. Ese tren que viene de la zona oriental podría extenderse hasta los Alcarrizos y Haina. Los puntos a definir estarían en manos de técnicos, pero si en toda la ciudad hubiera ese servicio de desplazamiento masivo, las tres cuartas partes de los vehículos que vemos a diario, estarían guardados. Quien escribe sería uno que solamente usaría un transporte privado quizás en algunos fines de semana.
Estos trenes en la superficie tienen un costo de un 90% menos que los subterráneos y su tiempo de construcción es mínimo.
Las instalaciones de la nueva línea 2 del metro, tienen capacidad para transportar unos 150,000 pasajeros diarios y está sirviendo al desplazamiento de las personas de una manera más rápida. La demanda pide un aumento de vagones, la cual parece se va a materializar pronto.
Cualquier esfuerzo que se implemente en el mejoramiento del tránsito deberá proyectarse al futuro, es decir, no hacer arreglos parciales y momentáneos sino tomando en cuenta la expansión de la ciudad y sobretodo del aumento de la población, que va galopante.
Además del estrés al que somos sometidos los conductores, se incrementa el riesgo de contraer enfermedades respiratorias por el exceso de dióxido de carbono en el aire, del cual sufren más quienes transitan en vehículos sin aire acondicionado. En el país, más del 90 % de la flota vehicular utiliza gasolina y diésel, esta última emanando gases cancerígenos.
Es loable que el presidente Danilo Medina esté demostrando especial interés en la solución del problema del tránsito. Hace unos días encabezó una reunión con representantes de las instituciones que conforman la Comisión de Transporte con el fin de definir acciones para eliminar las chatarras. Además se esforzó en la terminación de la línea 2 del metro y la construcción de teleféricos para el paso de la región oriental a la occidental.
Aparte del retiro de chatarras, sería conveniente que la nueva ley de tránsito, aunque tiene sus lagunas, sea aplicada sin contemplación con mano dura, con una buena vigilancia de parte de Amet, extensiva a las noches, como también, incentivar una buena educación en seguridad vial.
Otra disposición necesaria sería que se evitara la circulación de camiones y vehículos pesados, durante el día, sobre todo los que recogen basura. Con esas medidas evitaríamos muchas pérdidas de vidas, de tiempo y de dinero.

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