¡En las navidades!

¡En las navidades!

A pesar de los pesares hay que procurar un estado de felicidad interior. La Navidad nos brinda la mejor oportunidad para ensayar el bienestar aún en la adversidad.

La felicidad es un estado emocional producto de un ejercicio consciente y de una decisión de encontrarla como existió en uno mismo, en otros tiempos. Siempre hay espacio para ella. Siempre hay motivo para hallarla y que ella se apodere de nosotros. Sé que es difícil sobreponerse. Lo sé por experiencia propia. No es fácil hacer caso omiso a tantas ausencias de seres amados; a situaciones difíciles por no decir desgarradoras, que llegan a nuestras vidas sin estarlas esperando y sobre todo, a injusticias que se cometen contra los demás y contra uno mismo.

Sé que es difícil sobreponerse a la calumnia e infamia y a una sociedad empañada por la corrupción y la impunidad profundas y abundantes.

Sé que es difícil aceptar así de simple, las profundas desigualdades sociales, la inequidad y la ausencia de una justicia independiente. ¡Qué difícil que es!

Es difícil en medio de asaltantes en cualquier esquina y de matones hasta por míseros pesos; así como vivir en un país en el que se atiza el odio racial.

Sé que es difícil por el cáncer, por el sida, por el lupus, por la esclerosis múltiple.

Sé que es difícil por la miseria que sufre la gente de nuestros barrios marginados y de nuestros campos.

Sé que es difícil por la desesperanza que nos han sembrado en el tuétano de los huesos.

Sé que es difícil por la incomprensión, por la traición, por la maldad, por la mentira, por la incoherencia y la doble moral abundantes.

Sé que es difícil, no lo niego.

Sin embargo, es posible apelar a los afectos de mucha gente buena a nuestro alrededor.

Sé que es posible recordando los momentos de felicidad que hemos vivido en el trayecto de nuestras vidas.

Sé que es posible acordándonos de las acciones valientes y los amores de los que se fueron.

Sé que es posible albergando la esperanza de que lo que soñamos y no tenemos puede lograrse si lo trabajamos.

Sé que es posible por los amigos que tenemos y sobre todo, por nuestra familia.

Qué regalo tan grande es tener familia. Qué maravilloso es tener un esposo o compañero y unos hijos buenos que amamos.

Qué bueno es tener hermanos y haberlos tenido.

Qué extraordinario es tener padres vivos o el recuerdo imperecedero de los que se fueron.

Qué felicidad es junto a todo esto, reencontrarse con las navidades vividas, con sus olores, con sus canciones, sus frutas, sus encuentros, sus regalos, sus sonrisas y sus abrazos y besos.

Qué fortaleza es tener la convicción de que Dios existe, que está ahí, allí, aquí y que nunca estamos solos porque Él no nos abandona.

Disfrutemos la Navidad. Hay que hacerlo con nuestra familia, con nuestros amigos, con la gente que trabaja con nosotros.

Demos sonrisas y a veces nuestras lágrimas y seamos sencillos y humanos.

Olvidemos los oropeles y los gestos y seamos esos seres humanos convencidos de que vinimos por un tiempo corto a este espacio de vida, a vivir con honor, a dar amor y a dejar una huella limpia.

¡Felicidades amigos y amigas y miles de bendiciones!

 

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