En las paradojas de la libertad y pensamiento de Popper, Mejía Arnal y Kant

En las paradojas de la libertad y pensamiento de Popper, Mejía Arnal y Kant

Puedo decir que siempre me han intrigado e inquietado las paradojas de la libertad. Hoy  me apoyaré en Karl Popper (*1902-+ 1994), eminente filósofo austro-británico, valiéndome de los trabajos de un estudioso de este pensador, Luis Aquiles Mejía Arnal, de antepasados dominicanos, quien es Abogado especialista en Derecho Procesal y profesor de tres universidades venezolanas. Radicado en Venezuela  ha publicado un enjundioso trabajo acerca de Popper y la Libertad, que ha recibido entusiástica acogida.

¿Qué afirmaba Popper? (Luego Sir Karl Raimond Popper, por sus valiosos aportes al pensamiento inglés). Afirmaba  que “la creencia de un destino histórico es pura superstición y que no puede haber predicción del curso de la historia humana por métodos científicos o cualquier otra clase de método racional”. (Popper: “La Miseria del Historicismo”) Nos habla (op. cit) que la sociedad abierta presupone la libertad, “la empresa de construir una sociedad abierta que rechace la autoridad de lo establecido por la mera fuerza del hábito y de la tradición, tratando, por el contrario, de preservar, desarrollar y establecer aquellas tradiciones, viejas o nuevas, que sean compatibles con las normas de la libertad, del sentimiento de humanidad y de la crítica racional”.

Mejía  Arnal comenta que “Es necesario liberar al hombre del sentimiento de que nuestra sociedad está irremediablemente condicionada por el pasado, de que no es posible avanzar hacia una sociedad abierta contra, o sin el concurso de, la irremediable fuerza del destino histórico”.

¿Es acaso verdad que estamos condenados a un devenir, debido a causas históricas inamovibles?

No.

Lo primero es que nada es inamovible en toda la Creación. Creemos estar firmemente asentados en el suelo –a menos que se produzca un terremoto-, pero resulta que nuestro planeta está moviéndose siempre sin que nos enteremos. Dando vueltas como un trompo de imperceptible e incesante giro.  En toda la Creación  no cesan las transformaciones de todo tipo –mayormente  físicas, ya que las psíquicas  son más difíciles, aunque posibles, si hay buena voluntad.

Nos dice Mejía Arnal que “la libertad incluye la posibilidad de elegir la conducta que creemos mejor; esa  actuación puede conducirnos a que se elija al hombre fuerte  que acabará con todos los males”…”A este aparente contrasentido se le denomina “La paradoja de la Libertad”. La libertad ilimitada conduce a lo opuesto, dado que sin protección y restricción por parte de las leyes, la libertad debe conducir a una tiranía de los fuertes contra los débiles. Esta paradoja, enunciada por Platón, fue resuelta por Kant, quien exigió ‘que la libertad de cada hombre se restringiese lo suficiente como para salvaguardar un grado igual de libertad en los demás’. Kant era un pensador justo,  bien intencionado, y tan valiente que en 1794, fue  amenazado con sanciones por desfigurar y menospreciar doctrinas fundamentales de las Escrituras en su obra “La religión dentro de los límites de la razón pura”. Kant sabía manejar y domeñar su libertad: fue pacifista,  antipatriotero, antimilitarista, rígidamente disciplinado…todo por convicción moral, no política. Era libre hasta donde es posible.

Pero ¡Cuán difícil es manejar bien la libertad!

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