Los símbolos visuales, sus capítulos de historia, no podrían ignorar, no importa toda la tecnología del mundo actual, los aportes de luz que todos aquellos símbolos enviaban de lo que en el tiempo sería una gran aventura visual.
Los referentes de la visualidad tienen sus templos en España y Francia, respectivamente Altamira y Lascaux, hogares mágicos de imágenes primigenias, deseos inocentes de unas expresiones que estremecen el alma y conquistan una curiosidad, que solo la mejor arqueología puede entender.
Los referentes geográficos anteriores nos ponen alerta sobre esos templos mundiales que ya hablaban del género humano como un ser de sensibilidad que tenía la necesidad de reproducir su entorno en la amenidad de una cotidianidad ingenua, elemental, mineral y nada púdica.
[b]DESDE ALTAMIRA, HACIA UN POEMA DE SOMBRAS EN LASCAUX[/b]
Allí en Santillana del Mar, Santander, Cantabría, en España, en la cueva del Pendo hace más de 20,000 años, las imagénes eran un testimonio de existencia, formas de vida y presencia animal.
El mito de Altamira nace hacia 1879, y es Marcelino Sáinz de Santuola, quien lo descubre y hace el prodigio de irse por medio de las imágenes descubiertas hacia 14 mil años antes de Cristo, para situar el tiempo de esta aventura visual.
El realismo de aquellas pinturas crearon polémicas interesantes sobre la auténticidad de las mismas, debates sobre prehistoria y deducciones fabulosas, que obligaron al uso de la imaginación y razonamientos lógicos al mismo tiempo.
En cierta manera, Altamira se convirtió un gran símbolo y todavía concita sesudos estudios y tesis arqueológicas.
Para la gente de cine, por ejemplo, es un referente obligado en la narrativa de la historia de la visualidad humana, para la gente que ama la pintura, el carácter de oficio de la misma, el ingenio para hacer colores y decorar una expresión simple, en apariencia, tomando por lienzo lo que luego llamaríamos frisos, todo eso hace de Altamira un emblema que todos amamos, y quizás la amamos más quienes hemos tenido la dicha de verla, porque las imágenes nunca se cuentan, y si se cuentan, nunca es igual que la mirada propia, nunca.
Luego vendría Lascaux, situada en Vezere, Dordoña, sudeste de Francia, en aquella región del famoso Perigord, que como se recordará tiene una fuerte influencia inglesa, porque en esa zona aún quedan vestigios de la guerra de los cien años, deporte medieval galo anglófono.
Las fabulosas figuras allí encontradas se sitúan 28 mil años antes de Cristo.
Las imágenes de Lascaux han dado una nueva visión a la calidad de las imágenes pintadas y los datos que ellas revelaban, al margen de las formas artísticas empledas.
Descubiertas en 1940, fueron cerradas al público en 1963.
Hay quienes afirman que algunas de las galerías de Lascaux fueron cerradas por miedo a difundir escenas que están vinculadas a las famosas tesis de E. Von Deniken y antes que él Viatcheslav Zaitsev, que había publicado un artículo en la desaparecida revista Spoutnik, titulado : reminiscencias cósmicas en las inscripciones monumentales antigua…
Ellos sostienen que las figuras aparecidas en en determinado arte rupestre son testimonios antiguos de presencia extra terrestre antigua en la tierra.
De todos modos, no podemos negar que todo este mundo espeleológico, es una aventura máxima, llena de curiosidad y grandes especulaciones sobre el origen de la vida del género humano.
[b]EL ARTE DE LAS PENUMBRAS DE ADOLFO LOPEZ BELANDO[/b]
Si he querido hacer estas referencias mundiales y rupestres, es para buscar un referente mundial importante, para situar luego este aporte importante de Adolfo López Belando.
Recorriendo caminos trillados por Dato Pagán,entre otros apreciados dominicanos que se habían dedicado a esa tarea de la espeleología, López Belando ha sistematizado en el tema para reunir en un interesante volumen un trabajo dedicado e importante aporte a la espeleología dominicana.
El libro busca las motivaciones Tainas, levanta un espacio cartográfico interesante y sitúa el país como uno de los más importantes en materia de arte rupestre en el mundo.
Petroglifos encantados desfilan por bellas páginas a puro color de su tiempo, juego de un lenguaje de símbolos que todavía no logramos descifrar, misterios de claves e iniciaciones en una extraña relación entre cielo y tierra que de gallina cubre toda la piel, pero no de miedo, escalofríos de ilusiones al ver cada figura y soñar con lo extraño de sus significaciones.
Hablamos entonces de un libro nacido con amor, donde imágenes inéditas hacen homenaje a esta bella tierra de la que algunos no somos dignos de pisar, pero además: si López Belando hace alusión a la cultura Taina, esta vez no como excusa para evitar lo afro en el aporte sincreto que forma lo Domincano, que conste, lo hace para hablar de un mundo pre colombino rico en imaginería y ensoñaciones, no trata tema como ese pasado perdido con dolor de que intentemos ser ahora en pleno siglo XXI, lo que ya no fuimos.
En Arte en la penumbra, hay un decoro y una dedicación, libro que por demás es una necesidad en la República Dominicana, porque describe las razones geofísicas que generan nuestro carácter en la expresión de su espíritu nacional…
La vocación del trabajo y la dedicacion intelectual, debe ser bien alabada y admirada y demuestra que hay cosas que no hacemos, sencillamente, porque evadimos la disciplina requerida para ver las obras terminadas.