En las terrazas de Madrid

En las terrazas de Madrid

Por Caius Apicius
MADRID, EFE.-
En Madrid, en verano, hace calor, incluso mucho calor. Ese régimen térmico estival de la capital de España ha dado origen a unas cuantas costumbres muy arraigadas y ya hasta un poco folclóricas, ya más lugares comunes, tópicos, que realidades.

   «Madrid, en agosto, está vacío». Ya. Eso lo dicen los que se van. Ni vacío ni cosa que se le parezca. Vacío, lo que se dice vacío, Madrid sólo queda, a veces, en Semana Santa; pero en agosto cada vez se queda más gente, que combate el calor -siempre menor que el de julio- como puede.  Una de las más clásicas fórmulas de ese ‘como puede’ son las terrazas.

Es agradable tomarse algo en plena calle, especialmente a la caída de la tarde o ya francamente de noche… porque durante   el resto del día en las terrazas, a cuarenta grados, no hay quien aguante y donde se está bien es dentro de las cafeterías, con el aire acondicionado.

   En esas terrazas hoy se toma de todo, pero los clásicos de las terrazas de Madrid son tres: el agua de cebada, refresco elaborado con ese cereal hoy prácticamente desaparecido de los bares madrileños; la horchata de chufas, muy popular, hecha con el tubérculo de ese nombre y de origen valenciano, y la leche merengada.     Madrid en estado puro. Y no lo decimos por la alusión a los ‘merengues’, es decir, a los partidarios del Real Madrid, hoy más conocidos como ‘vikingos’. Es que la leche merengada es el helado de Madrid. Es de elaboración sencillísima, y una delicia de sabor.

Entra perfectamente, ya de noche, en una de esas terrazas, siempre bien espolvoreada.  Pongan en una cacerola un litro de leche con 150 gramos de azúcar, un palo de canela y una corteza de limón y háganla hervir tres minutos, removiendo.

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