En las torceduras de la sensibilidad humana

En las torceduras de la sensibilidad humana

Se trata de una situación dramática y alarmante: Se está perdiendo, cada vez con mayor fuerza y rapidez, la sensibilidad humana. Los modernos y muy costosos medios de comunicación masiva, empeñados en defender sus inversiones, dirigen sus líneas de acción a enfatizar las noticias que “venden”, lo que  golpea  a las muchedumbres con mayor eficacia.

  La crueldad se eficientiza, se incrementa. En el cine y la televisión ahora resultan lentas las películas de acción y aún las de horror que se filmaron hace  tres o cuatro décadas. Cada vez la crueldad, el sadismo, son más explícitos y sugerentes de posibilidades de infligir dolor. Películas como “Gunfight at O.K. Corral” (1957), considerada en los años sesenta como un western de “tensa acción”, ha devenido atractiva sólo para devotos del cine clásico, porque en ella no destazan a nadie con una sierra motorizada ni aparecen crudas escenas de tortura. Opino que el éxito instantáneo de la serie de James Bond (iniciada en 1962 con “Dr. No” y el insustituible Connery) se debió al predominio de la elegancia, la belleza de las mujeres y las locaciones, así como a la tranquilidad de que el protagonista iba a salir graciosamente triunfante. Hoy eso no llama la atención.

  Actualmente estamos viviendo la realidad de una horrenda oleada de torturas y asesinatos a mujeres con las cuales el hombre ha tenido estrecha relación de cualquier categoría y se siente su dueño, tal como si fuera un objeto inanimado de su propiedad.  Se trata de una realidad terrorífica en nuestro país, donde el abuso contra la mujer solía tener manifestaciones provenientes de un machismo tradicional que, lamentablemente, era fortalecido por muchas madres que incentivaban en sus hijos, desde pequeños, una conducta abusiva, inconsecuente y desconsiderada con el sexo femenino, para demostrar en todo momento que “son los machos”. Viejo es aquello de llamar al esposo amable  como a alguien “que le pusieron la batola”, o la burlona guaracha: “María Cristina me quiere gobernar / y yo le sigo, le sigo la corriente  / porque no quiero que diga la gente / que María Cristina me quiere gobernar”.

  Cada día la mujer asciende más, se educa con propósitos más altos y logra imponer su indudable capacidad, por lo cual muchos hombres la ven como un rival peligroso y hasta odiable, merecedor de lo único que estos tienen más que ellas: fuerza bruta y frustración.

  El remedio no es fácil, pero hay que enfrentar la situación modificando la educación doméstica y adoptando una rígida aplicación de la justicia y la ley de manera ejemplificadora, sin pomposas declaraciones ni las “correctivas” sanciones transitorias de rápida evaporación que tanta frustración nos causan.

  Finalizo estas líneas con un fragmento del filósofo británico Bertrand Russell, una de las grandes figuras del pensamiento en el siglo XX, quien en sus Political Ideals dice: “Mientras hayan hombres que quieran ejercer la violencia sobre los demás, no puede existir libertad completa, porque o hay que frenar el deseo de ejercer violencia, o habrá que abandonar a las víctimas a su triste suerte” (…) “Dar libertad al fuerte para que oprima al débil no es la forma de lograr la mayor cantidad posible de libertad en el mundo.”

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