En las trayectorias del arroz con mango

En las trayectorias del arroz con mango

Es que… veamos… siempre había escuchado llamar “arroz con mango” a un descalabro del buen juicio, a un pastoso y confuso torbellino de elementos dispares y, al parecer, irreconciliables.
De repente, me entero, a través de secciones gastronómicas de la prensa, nada menos de que el “arroz con mango” resulta ser un exquisito platillo gourmet. Lo digo con todo mi respeto a la incesante creatividad de los chefs, que cuando están en apuros exprimen al máximo su ingenio.
Esto me recuerda a un chef del hotel Ritz de Londres, que cuando inesperadamente se hospedó allí la extraordinaria soprano australiana Nellie Melba, quien tenía al mundo a sus pies, nerviosísimo, porque había pasado la hora del almuerzo, preparó maravillas que encantaron a la estrella… pero entonces ella pidió postre… Pues con residuos de helado, crema batida, una mínima porción de mermelada y mitades de melocotones frescos, creó el famoso “Peach Melba”, que aún hoy, un siglo después, se considera un postre exquisito.
Parece que algo parecido ha acontecido aquí con el significado de “tollo”, endilgado al arroz con mango.
¡Ah… pero esta vez lo descubrieron los políticos nativos.
No se limitaron a mezclar cuatro ingredientes para lograr un degustable platillo. Andan “del tingo al tango”, como dicen los puertorriqueños, mezclando, saltando, “salteando” o endulzando, según luzcan las conveniencias… que uno nunca sabe –en verdad– por dónde andan.
¿Será Abinader tan conveniente como pretende? ¿Habrá Danilo, con su poderosa maquinaria de poder, convencido al pobre pueblo, que nunca sabe nada como no sean percepciones y temores, siempre zarandeado de ofertas?
Ya querríamos nosotros que esas promesas, de uno y otro, se transformasen en realidades como aquella carroza de La Cenicienta, que pasó de ser auyama a deslumbrante vehículo cargado de oro y magia.
No se sabe.
Sin embargo, no cabe duda de que las perspectivas del actual presidente son muy altas y fuertes.
Y como la esperanza es lo último que muere, no perdemos esa de que UN DÍA, sí, un día, llegue al máximo poder gente que respete y obedezca los altos requerimientos de su cargo y de las instituciones que aseguran consecuente atención a la verdadera voluntad popular. La no engañada, la no intoxicada de cansancio y decepciones.
A un hombre maravilloso como Juan Bosch ¿no le traicionaron sus sueños patrióticos?
Tuve el honor de tratarlo de cerca –brevemente– recién instalado en la Presidencia. Acababa él de escuchar la retransmisión radial de mi interpretación del concierto de Max Bruch y me propuso una gira europea para testimoniar la cultura dominicana mediante charlas y conciertos.
El expediente llegó a nuestra Cancillería: saldría como embajador sin sede.
Pero la honestidad de sus propósitos generales era descomunal. Lo que planeaba en disciplina, educación, autovaloración, rompía con todo lo conocido y manejable.
El hombre era muy terco e inconcesivo.
Le dieron un golpe de Estado.
Pienso que con los misterios de la vida, la piedad divina llamó a su mente -y luego a su cuerpo- fuera de este plano extravagante, lejos de este absurdo arroz con mango, para que no presenciara el pobre resultado de sus enseñanzas.
De sus sueños nobles y altruistas.

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