Cinco pesos de repollo, una cebolla de tres y un aguacate de ocho, era lo único que Tomasa Muñoz tenía encima de la mesa para comer cuando el reloj marcaba las 12:40 de la tarde de ayer, mientras sopesaba cómo conseguir arroz y un anafe para cocer el primer plato de comida que tendría en el día.
A la misma hora, la mujer que mora en un lugar donde tiene prácticamente de todo, pero inservible, le echaba una mirada a la orilla del río Ozama, que la noche anterior ocupó su arruinada casa de madera podrida.
El río permanece dentro de las casas de una decena de familias y quienes no lograron que alguien los acogiera, por piedad, deambulan por los callejones.
Otros se la pasan a la vera del río, que arrastra lila y basura, y que amenaza con anegar parte del territorio de Los Guandules, en el norte del Distrito Nacional.
¡Nos estamos ahogando! Esta fue la primera voz de alarma que dio un joven en el barrio San Rafael, que con los brazos abiertos, clamaba por ayuda.
La incertidumbre comienza por la falta de energía eléctrica. El servicio energético se deterioró en la tarde del miércoles y al mediodía de ayer ningún establecimiento tenía hielo, ni refrescos fríos.
Camino y vida dura
Para llegar al punto donde está la gente que precisa de todo en la ribera del Ozama -entorno de Los Guandules- hay que entrar a un pasadizo por el que no cabe una sombrilla abierta.
Al final del estrecho paseo están los desamparados, como la religiosa Muñoz, que ocupa una casa levantada en madera dañada por el comején y con tantos hoyos en el zinc, que no necesita bombilla en las primeras horas de la tarde.
La humedad dentro de su casa está en todo.
Tomasa sobrevive con 200 pesos que le producen reventa de ropa. Se fortalece con las plegarias que eleva junto a su hija y vecina, Nelly Abreu, ama de casa, madre de cinco hijos y separada de su esposo.
La agonía en que se encuentra esta gente de Los Guandules la gritan los jóvenes, que al divisar al equipo de prensa de este diario, decían nos estamos cayendo muertos.
Entre todos los que se convirtieron en guías para mostrar su panorama sombrío y penetrar a la ribera del Ozama, estaba el policía Jesús Veras, un joven que prefiere habitar una destartalada casa, cerca de un desfiladero, antes de incurrir en falta. Este policía, que presta servicio en Las Caoba, cubría las goteras de su casa con una lona, sujetada con varios objetos. Sus amigos se burlan de su pobreza y le dicen que un hombre de su reputación merece contar con ayuda de la jefatura de la Policía.
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Nombre de Danilo
El ex secretario de la Presidencia Danilo Medina es de los políticos más conocidos en el sector San Rafael de Los Guandules.
Esto se debe a la precariedad económica que atrapa a Agustín Sánchez Medina, quien dice ser primo del ex aspirante a la candidatura presidencial. Sus vecinos dicen que el hombre, que procreó dos hijos y que no tiene mujer, merece su ayuda, porque perdió su empleo en el gobierno.