En los predios del PLD

<p>En los predios del PLD</p>

DONALD GUERRERO MARTÍNEZ
Le toman el pelo al pueblo, piensan ellos. Son los funcionarios del gobierno encargados de recorrer el país “para consultar a las bases del partido acerca de la reelección”. El Presidente está ajeno, nos dicen, a esos aprestos cuyo escenario es el Palacio Nacional. Pareciera que nos creen país de tarados. Qué tupé. Y qué carasdura.

Al Presidente se le supone dispuesto a aventurarse en buscar su repostulación. Si resulta ganador, y triunfa luego en el certamen electoral del 2008, se envalentonará en alto grado, y ningún dirigente peledeísta que aspire a alcanzar la Presidencia de la República se verá sentado en la silla de alfileres manteniéndose al lado, a la sombra, bajo la tutela política del mandatario. A todos los arropará la sombra de las ambiciones del Presidente.

Porque es así, fue acertada la decisión, valiente y arriesgada, del licenciado Danilo Medina. Renunció en buenos términos de la Secretaría de la Presidencia, separándose del poder para dedicarse a impulsar, desde el mismo Pe-eledé, su propio proyecto político, en el cual no es golondrina solitaria. Fue acertada, no importa lo que acontezca en los meses por venir.

En la toma de su decisión, Danilo demostró honestidad personal y nobleza política. Primero, manteniéndose en el partido al cual le ha dedicado por años sacrificios y esfuerzos que según opinión generalizada beneficiaron directamente a su amigo el Presidente. En ese detalle basan muchos sus dudas acerca de que la reciprocidad del Presidente sea entorpecer la legítima aspiración de su amigo y ex funcionario. Segundo, a Danilo no se le ha escuchado decir palabra alguna contra el mandatario, sus colaboradores o su gobierno. Y ha manifestado que los legisladores partidarios suyos aprobarán la reforma fiscal que le interesa supremamente a la administración.

A Danilo hay que reconocerle el crédito de que no actuó como en sus días lo hicieron los hoy vicepresidente de la República Rafael Alburquerque y ministros de Finanzas, Vicente Bengoa, y Max Puig, de Medio Ambiente. Ellos abandonaron el partido “bravitos” y abrieron tiendas políticas aparte, para oponerse al Pe-eledé, por cierto que con incidencia insignificante.

Quiero recordarle a algunos familiares y amigos mi comentario del 2000. En la convención peledeísta de ese año para escoger al candidato presidencial compitieron el entonces vicepresidente Jaime David Fernández Mirabal y el ministro de la Presidencia Danilo Medina, que resultó ganador. Les dije que el Presidente no hizo nada, sino menos que nada, para que el candidato del Pe-eledé ganara las elecciones. En el discurso de cierre de campaña el mandatario no llamó al pueblo a votar por su compañero candidato del partido.

Así, el Presidente dejaba disminuidos en sus liderazgos, neutralizándolos, a dos funcionarios de primera línea de su gobierno, compañeros además de luchas y afanes partidarios, cuando los principios concebidos, enarbolados y defendidos por Juan Bosch guiaban al Pe-eledé. Disminuidos así Jaime David y Danilo, con el líder y fundador el partido discapacitado para el accionar político, y Leonel con la aureola de su investidura como ex presidente de la República, le fue fácil emerger como líder principal de los morados.

Algunos califican al Presidente como el nuevo Balaguer, el Balaguer joven. Seguramente saben ellos que Balaguer se enseñoreó en el firmamento político del país con dosis inagotables de egoísmo y ambición, de desprecio a todo y a todos, de simulación reciclada, de irrespeto hasta al “pedazo de papel”, y de ingratitudes sin media.. Si se aceptara que el Presidente tiene esas cualidades del caudillo de Navarrete, debe agregarse que aparenta tener, además, una vanidad que no tuvo Balaguer, y que le falta su sentido de austeridad personal y pública.

Los dirigentes peledeístas que no se arriesguen a intentar detener las ambiciones continuistas del Presidente y sus acólitos y aduladores, que estén preparados para ser solamente claque y satélites.

Reformistas destacados que esperaron siempre la bendición de su líder, chocaron con la mole de su ambición, y terminaron miserablemente victimados, despreciados, humillados y finalmente aniquilados por el egoísmo de Balaguer. Ese fue el gran daño del líder reformista. Fue tanto, que prefirió dejar el poder en manos de un extraño, y al partido, partido.

Si quiere eso el Presidente para el Pe-eledé, ¿hubo un Juan Bosch?

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