POR LEONORA RAMÍREZ S.
PALO VERDE, Montecristi.- Aunque el río Yaque del Norte ha disminuido su caudal, tras el paso de la tormenta Olga, en el barrio Los Solares de esta comunidad el agua sigue estancada a mitad de las viviendas.
Aún así, varias familias residentes en este sector salieron de los refugios para sacar el lodo y tratar de recuperar algunos mobiliarios, aunque en el intento se expongan a contraer enfermedades por el contacto con aguas contaminadas.
Adultos y niños descalzos entran y salen de las anegadas casas, con la esperanza de que en una semana puedan retornar a éstas, así tengan que dormir en el piso o en las colchonetas que ha distribuido la gobernación de Montecristi.
En esta zona el futuro inmediato es incierto por los daños que la tormenta provocó en la agricultura.
Las estimaciones de Santiago Caba, el gobernador de Montecristi, apuntan a pérdidas de más de RD$800 millones.
Beatriz Gómez, propietaria de un conuco de diez tareas que estaban sembradas de arroz pero que quedaron aplastadas por la furia del Yaque del Norte, tiene la esperanza de que a principio de enero le llegue la ayuda del gobierno para restablecer su predio.
Pedro González Rivas, quien cultiva arroz en 200 tareas, no tiene el mismo entusiasmo porque entiende que las autoridades no van a entregar la ayuda necesaria para reacondicionar sus terrenos.
Lo mismo piensa Ramón Arístides Batista, propietario de un platanal sembrado de 19,000 cepas, quien denunció que la Secretaría de Agricultura en la zona privilegia a los allegados al Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en detrimento de los verdaderos productores.
LOS DESPLAZADOS
Según un informe de la semana pasada, de la Defensa Civil de Montecristi, en esa provincia se movilizaron hacia 33 refugios y casas de particulares 15,226 personas.
De las que se llevaron a los refugios 2,905 son mujeres, 2,528 hombres, 1,020 niños y 1,033 niñas.
Conforme bajan las aguas del Yaque del Norte los residentes en las áreas más bajas de Montecristi retornan a sus hogares, sobre todo si sus viviendas no han sido destruidas.
El gobernador de esa provincia, Santiago Caba, expresó que más de 2,500 casas resultaron afectadas, de las cuales el 60% necesitan reparación.
Y destacó que por lo menos el barrio Los Solares, de Palo Verde, debe ser trasladado a otro lugar porque siempre está amenazado por las avenidas del referido río.
Aquí tenemos terreno disponible para trasladar a los moradores de ese lugar, lo que debemos hacer es coordinar con Bienes Nacionales y con el Instituto Agrario Dominicano (IAD).
Un jornalero de Castañuelas
En Magdalena, Castañuelas, el jornalero Roque Roa espera que las aguas bajen pronto porque el sustento de sus ocho hijos depende de él.
Pero la plantación de guineo orgánico, donde trabaja como jornalero por un salario diario de RD$350 y RD$400, está totalmente inundada.
Cuando lo evacuaron del lugar, hace una semana, tenía tres mil pesos, pero esa cantidad se redujo a veinte porque prefiere comprar comida y no consumir la de los Comedores Económicos.
El dice que las raciones cocidas son muy malas, y aunque recibe las crudas no tiene donde prepararlas porque la crecida del Yaque del Norte arrastró sus modestos trastos.
Este hombre de 60 años, oriundo de Las Matas de Farfán, que dejó esas tierras en busca de mejores oportunidades, no ha podido salir de la pobreza aunque estos brazos nunca se han parado de trabajar.
Producción en pie
Hasta el martes 17 de este mes no había comunicación entre Montecristi y Dajabón, por las inundaciones.
En esa ruta interna apenas se veían los postes de las empalizadas de las fincas.
De hecho, tampoco era posible transitar hacia el proyecto La Cruz de Manzanillo, donde hay una gran producción de plátanos y guineos, dos rubros básicos en la dieta dominicana.
Aunque se prevé que habrá escasez de ambos productos en el mercado local, la producción para la exportación no ha parado en la comunidad de Castañuelas.
Varias empresas que cultivan guineo orgánico mantenían sus operaciones, pese a los daños provocados por la tormenta Olga.
Jacques Sanfred, un haitiano encargado de la finca de Emilio Peña, explicó que las inundaciones dañaron 150 de las 500 tareas sembradas de la musácea.
En esa finca se cortan a diario cientos de racimos de guineo, y se empacan más de 300 cajas que son transportadas hacia distintos puertos del país.
En esa plantación alrededor de 40 trabajadores dominicanos y haitianos se dedican al corte, selección y empaque del producto.
Los problemas en Guayubín
En este poblado las inundaciones no fueron tan intensas como en Palo Verde, pero en el barrio Monte Carmelo, situado prácticamente en la ribera del río Yaque del Norte, las casas están casi sumergidas en agua y lodo.
Corina Rodríguez, quien está alojada en la casa de un vecino que vive en una zona más alta, está desesperada porque ni ella ni sus vecinos han recibido la ayuda de las autoridades.
Aunque esta señora gana muy poco dinero por la venta de pastelitos, su único sustento, no quiere que le den comida, sino que le faciliten una bomba de succión para sacar el agua.
Rodríguez y los demás afectados, aproximadamente 12 familias, son víctimas del trampolín de la política.
Porque ni el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI) le ofrece asistencia, ni el síndico Samuel Toribio, del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
La tormenta Olga
El pasado diez de diciembre la tormenta Olga entró en territorio dominicano, como un fenómeno atípico porque ocurrió fuera de la temporada ciclónica, que termina el 30 noviembre.
Por tal razón hubo inundaciones en La Vega, por la crecida del río Camú, y en el Bajo Yuna.
Ante los intensos aguaceros, sobre todo en la parte central del Cibao, hubo que desaguar la presa de Tavera, provocando inundaciones con un saldo de más de 30 víctimas, y pérdidas millonarias en la agricultura e infraestructuras viales y viviendas.
Los barrios del centro de Santiago resultaron más afectados, en los que se dañaron más de 2,000 casas.
En la zona se desplazaron más de 5,000 personas, de las cuales una gran parte permanece en refugios.
La forma en que se operó la presa es tema de discusión, porque se alega que se procedió inadecuadamente.
Sobre acueducto
La tormenta Olga dejó millonarias pérdidas en la zona, sobre todo por los daños causados a la agricultura.
Pero las inundaciones del Yaque del Norte no solamente destruyeron plantaciones agrícolas, sino que también rompieron parte de las líneas de distribución del Acueducto de la Línea Noroeste, que abastece a Montecristi, Mao, Santiago Rodríguez y Dajabón.
En tal sentido, Lucio Dib, gerente de ingeniería del Consorcio Acueducto Noroeste, informó que esa empresa trabaja en la reparación de ese sistema, con la finalidad de restablecer el servicio el próximo 28 de diciembre.
El costo de esos trabajos podría ascender a US$150,000, de acuerdo con el ingeniero brasileño, quien destacó que la prioridad es reparar las tuberías para suministrar agua, y luego hacer inspecciones para determinar la dimensión total de los daños.
Las tuberías que colapsaron, que miden 48 pulgadas de diámetro, están instaladas a ocho y diez metros de altura del río Yaque del Norte y del afluente Junquito, en Mao.
Sobre ese aspecto, manifestó que éstas se colocaron a esa altura previendo lluvias extremas en el transcurso de cien años, pero que el desfogue de la presa de Tavera, durante la tormenta, provocó que salieran de ese embalse seis millones de litros de agua por segundo.
El agua que salió de esa presa es un simulacro de la lluvia que puede caer cada diez mil años, refirió.
Asistencia oficial
Santiago Caba, gobernador de Montecristi, afirmó que una de las mayores presiones que tiene es el problema de la escasez de agua, pero confía en que en diez días la situación se haya solucionado.
Según sus informes, diariamente entregan 6,000 raciones de comida cruda, y una cantidad similar cocida.
Asimismo, han entregado más de cuatro mil colchones y sábanas, pero no cuentan con suficientes mosquiteros por falta de proveedores en la zona.
Sin embargo, afirmó que la Dirección de Desarrollo Fronterizo entregará 2,000 mosquiteros que serán distribuidos entre los damnificados de la provincia, para evitar la propagación del dengue.