En ninguna puerta

En ninguna puerta

El Presidente Joaquín Balaguer estaba en Jarabacoa y contemplaba arrobado una casa de tal belleza de líneas y tal disposición que preguntó, con la grandilocuencia que lo caracterizaba: ¿de quién es ese palacio?

Uno de sus áulicos le respondió: eso es de un amigo suyo. ¿De cuál de mis amigos es esa mansión? Y cuando le dijeron el nombre del funcionarillo, recién enganchado a un puesto nombrado por decreto, el Presidente comentó: cuánto ahorra ese muchacho porque con el sueldito que gana…

Ese entonces joven funcionario no heredó ningún bien de fortuna, pero, sorprendentemente, a escasos meses de ser designado en la posición que ocupaba entonces, ya había construido una residencia de verano que llamaba la atención a su patrón: el Presidente de la República.

Lo malo es que el Presidente Balaguer no actuó contra ese funcionario y dejó de cumplir con su papel constitucional de guardián de los fondos públicos y poco después produjo la poco afortunada declaración que se recuerda como una de las perlas ensangrentadas de la prevaricación, cuando dijo: la corrupción se detiene en la puerta de mi despacho.

Es obvio que el doctor Joaquín Balaguer, hombre que supo, las más de las veces, ser dueño de su silencio, introdujo las extremidades inferiores hasta la cintura y por eso no pudo moverse y accionar contra la corrupción.

Cuando el Presidente Balaguer dijo que bajo su administración habían surgido trescientos millonarios estaba reconociendo que muchos de sus funcionarios habían hecho negocios indebidos e ilegales con fondos del Estado.

Algunos de esos negocios consistieron en la más vulgar sobrevaluación de obras públicas, en el cobro de coimas por adelantado a contratistas y  suplidores del Estado.

Otros negocios fueron realizados colocándose como intermediarios al convertirse en vendedores únicos de las empresas de la Corporación de Empresas Estatales (CORDE), estableciendo un monopolio en el manejo de la producción de esas empresas, en desmedro del Estado.

En la Propuesta de Gobierno del Candidato Hipólito Mejía se contempla colocar al país a la vanguardia como puerto por destinación para que  buques de grandes dimensiones y gran calado vengan a superpuertos dominicanos a depositar sus cargas. Esas mercancías serían  distribuidas desde aquí en barcos de menor porte, hacia pequeños  mercados de consumo.

Ese negocio fue propuesto en la década de 1960 por empresas químicas inglesas y no se pudo realizar, porque autoridades del gobierno pedían demasiado dinero para permitir esas instalaciones.

El doctor Balaguer vivió con una modestia que algunos calificaban de extrema.

La corrupción, dijo, se paraba en la puerta de su despacho.

Ahora no se puede hablar verdad y probar que la corrupción se detiene en ningún despacho del Palacio Nacional. Hay demasiados documentos que prueban el enriquecimiento ilícito.

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