En nuevo «exilio»

En nuevo «exilio»

Como espero todos saben, estoy en un «exilio» dorado dentro de la misma ciudad y clima político de Miami. Estoy en el River Park Hotel & Suites, y mi celular es el número 786-308-9749.

No siempre lo llevo conmigo. Y todavía no sé como recuperar las llamadas producidas cuando no estoy en casa.       

Me encuentro a cinco bloques de la histórica Iglesia del Gesú a donde llego cada mañana a reportarme con el Jefe de la Compañía.       

Voy, en estos días, redescubriendo este sector de la ciudad. Y veo que, además de los muchos rascacielos, hay tambien otras algo antiguas y bellas construcciones, y en un semiabandono, un muy hermoso teatro de cuando este sector tenia todavía vida nocturna.

Hoy, un poco después de las cuatro de la tarde, los negocios se van cerrando, pues la ciudad no ha podido resolver con eficiencia el drama de la noche y sus muy numerosos indigentes.       

Desde mi suite veo pasar «por el aire» el portagente, como un juguete urbano. Pienso que, como a mi, a algunos turistas deben hacerles mucha gracia estas guaguitas aéreas.       

Vengo a la Biblioteca (en el Dawn Town) en el portagente, que me deja aquí en 5 minutos. Lo malo de todo esto es que sólo me dan 60 minutos en la PC. Ahora me quedan ya sólo 49.       

Estoy preparando un «conversao» con jóvenes, (no quiero llamarle charla) sobre el tema: Hábitos, costumbres, vicios, disciplina, etc. es decir, todo eso que en definitiva en la vida del hombre se llama conducta.       

En eso andaba esta mañana cuando pregunté a unos amigos, viejos de mi edificio, si consideraban que un vicio era muy difícil de dejar.

El primero que me respondió puso primero la cara seria, como si yo le estuviera reprochando su vicio de fumador, que lo tiene. Pero,de todos modos me respondió que sí, que era muy difícil de dejar. Otra persona en el grupo me dice que algunos lo dejaban, pero pocos.      

Digo vicio y no adicción, porque aunque el término no sea ya muy «científico», me parece que llamando vicio, a un feo hábito, evitamos que el vicioso se escude en «una investigacion que descubrió que los malditos que fabrican los cigarrillos le añaden substancias adictivas».       

Como todos mis amigos saben, este es un tema ya muy manido. Y no creo que ni los jóvenes lo ingnoren. Pero hace falta recordárselo, de vez en cuando: en el mismo carril que crece un vicio, crece un buen hábito. En el mismo carril pero en sentido contrario. Yo digo que uno va al Sur y otro va al Norte.       

Otra cosa es también conocida: se necesita un pequeño esfuerzo, una pequeña disposición de ánimo para comenzar a crear un buen hábito. No se necesita ningún esfuerzo para iniciarse en un vicio. Sencillamente, uno se deja llevar, uno se deja caer «suavemente».

Así, los inicios del vicioso suelen ser muy placenteros. No asi, exactamente, es el proceso de  construccion de un buen hábito. Es todo lo contrario de dejarse llevar. De entregarse al grupo. Es un ejercicio de la voluntad. Y estos ejercicios de la voluntad, sólo cuando ya se han convertido en arraigados hábitos, no cuestan  esfuerzo. Entonces, ya forman parte de una disciplina que es parte de nuestra idiosincracia, de nuestro modo de ser.      

Esto es sólo el comienzo. Todo esto habrá que sazonarlo. Tengo que consultar, para estos fines a mi amigo José Antonio Gutiérrez, que es psicólogo. Yo solamente soy un viejo. Y como el Diablo sabe más por viejo que por sabio, me las doy de sabio.

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