En otro estilo

En otro estilo

VÍCTOR GULÍAS
Hay quienes consideran que en la presente gestión gubernamental, desde ya, se presentan síntomas de debilidad susceptibles de cuestionar la firmeza de carácter del propio Jefe del Estado. No comparto esos criterios pues, si el estilo es el hombre, tenemos en el Presidente Leonel Fernández una forma de ser, actuar y pensar distintas a las de su antecesor inmediato en el Solio Presidencial.

Se trata, pues, de modelos conductuales disímiles, de maneras de encarar las cosas desde vertientes diferentes. El Presidente Fernández es hombre sereno y ponderado, que escucha y apela al consenso. Esas cualidades, modernizantes por demás, no deben confundirse con debilidad ni falta de carácter.

Estamos seguros de que, cuando se plantea ante sí un problema grave de Estado, Fernández lo sopesa, escucha el parecer de sus colaboradores y, entonces, revestido de la autoridad que la confiere su alta investidura, toma la mejor de las decisiones posibles.

No es ninguno de sus íntimo y más próximos asistentes y funcionarios quienes deciden por él, es el Presidente de la República quien tiene la última palabra, y es como debe ser para que exista línea de mando, cadena de mando y la debida jerarquización en la toma de decisiones y su cumplimiento.

De lo que se trata es de un estilo diferente, es otro estilo el que se adoptó, por libérrima y masiva voluntad popular, en el país desde el pasado 16 de agosto, con la toma de posesión de un hombre discreto, reservado, que escucha y no siempre opina, sino cuando lo estima prudente y, sobre todo, necesario.

En modo alguno puede confundirse, nadie debe cometer ese craso error, la decencia y cortesía del Jefe del Estado, con debilidad o falta de carácter, pues no es secreto que para gobernar un país presidencialista como el nuestro y cualquier nación del mundo, hay que tener muñeca firme, puño de acero, guantes de seda y mente fría como el  hielo polar.

Gobernar no es un simple ejercicio de fuerza. Es mucho más que eso. Es consensuar, dialogar,  negociar, dar y recibir y, al final, sostener y defender el juicio personal de qué es lo que más conviene en un momento determinado y saber que en la llamada soledad del  poder lo resaltante es que nadie puede decidir por el Presidente de la República.

Parte de ese nuevo estilo lo es la relación del gobernante con los medios de comunicación. Leonel Fernández sabe administrar sus palabras y gobernar su silencio. Y así debe ser, como lo aprendimos del veterano líder y Estadista, Dr. Joaquín Balaguer, una palabra presidencial fuera de tono, momento u oportunidad, puede hasta desestabilizar la economía de la nación.

De modo que no debemos temer debilidad o falta de templanza en nuestro Presidente; es que se inició un nuevo estilo, sosegado, respetuoso, de altura, sin poses descompuestas, sin que reine la cultura del tránquenlo. Es la forma de gobernar del doctor Leonel Fernández. Esperemos, pues, sus resultados.

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