En paz descansen, descansemos

<p>En paz descansen, descansemos</p>

CHIQUI VICIOSO
Calderas de odios la ciudad, este país no avanza porque nadie quiere admitir sus equivocaciones. Cáncer, el ego de los y las dominicanos/as es un muro donde se estrella toda posibilidad de dialogo, de entendimiento, de reconciliación. La gente exenta de poder real se aferra a sus desavenencias, a sus prejuicios, en un pequeñísimo y patético ejercicio de auto-importancia.

El chisme, la difamación, la brujería que aquí se practica en todas las clases sociales, la agresión y la violencia, son motivo de reunión, comilonas donde entre tragos y puercos la gente derrotada, la derrotada gente, se autoconsuela y conspira. ¡Qué distinto sería sí todo el mundo empezara con un gran mea culpa, y le pudiera decir al otro u otra: me equivoqué, nos equivocamos.

1.- En los trabajos, las pequeñas luchas por el avance y reconocimiento profesional, por el control, conduce a la agente a todo tipo de trapisondas, insólitas traiciones donde no pesan los objetivos comunes, los sueños compartidos, o el agradecimiento, para destruir reputaciones, o esfuerzos de lustros.

2.- En la generalidad de las organizaciones con fines políticos, clubes de domino de la nostalgia, prima el espíritu de gettho sobre las grande metas que obligarían a gente, en su mayoría ya cincuentenaria y sexagenaria, al trabajo sistemático en los barrios, en el campo, fabricas o escuelas. La conmemoración de las efemérides sustituye el trabajo real, y la inercia enciende los discursos y la falsa osadía. Mientras, el narcotráfico y la delincuencia no descansan en su competencia por el corazón de los jóvenes.

3.- En el arte, la pequeñez sustituye la alegría creadora, por lo propio y por lo ajeno. Si se comet, además, el error de ser sincero, señalando errores de dicción o de escritura, de estructura novelística, o lugares comunes en la poesía, el odio lanza a gente que se presume como normal a practicas tan insólitas como la búsqueda de datos para la creación archivos con que alimentar obsesiones fraticidas, que a veces también son amorosas. “Tengo terror de ganar un premio literario”, me confesaba una amiga poeta, compartiendo esta posición con otra amiga poeta, recluida como Emily Dickinson desde que un premio nacional altero la quietud de su anonimato.

4.- En el amor, el no entender que con los años las buenas relaciones de pareja son amistades con momentos eróticos, resultantes de la comunión ideológica, decisión, tesón y paciencia, conduce a muchos y a muchas al engaño, al abandono de compañeros de vida, y a renegar de lo que se ha construido para hacer de la existencia una pequeña guerra con pírricas victorias, donde lo importante no es ser feliz, sino impedir la felicidad del otro, u otra. Los ciclos, cuando y si se agotan, o conducen al cambio a al agotamiento, y si lo que existe es el agotamiento ma’ pálante hay gente, como dice, sabiamente, el campesinado dominicano.

5.- El mismo cáncer se extiende a los gobiernos y partidos.

Otrora compañeros y compañeras se embisten, creyendo que para llegar tienen que atacar a quien les antecede. ¿Por qué no articular las campañas reconociendo que su oponente llego hasta donde le permitía su visión, sus orígenes, su formación, su cultura, su deslumbramiento, o su experiencia?

6.- Exacerbados por la decadencia, la ideológica, la afectiva y la corporal, que es real, la tentación de estos tiempos es sustituir el trabajo constante por la retórica, justificar la inercia con los pequeños e históricos heroísmos personales, sustituir la admisión de nuestros errores por la obcecación.

“No hay praxis, en ningún plano, sin odio, Chiqui, recuerda que es el odio y no el amor la fuerza que ha motivado las grandes epopeyas del hombre”.

Antepongo al Che: “Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que todo revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor”.

7.- Este 21 de enero, Día de la Altagracia, domingo en la madrugada, mientras medito sobre la paz, la personal y la colectiva, he decidido apelar al perdón de todos los muertos y vivos de mi felicidad, y pedir porque en paz descansen, descansemos.

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