Recuerdo cuando era un mozalbete, que cuando trasladaban a un miembro del Ejército Nacional hacía la frontera con el vecino Estado fallido de Haití, era como castigo, no obstante, ahora, es un regalo. Todo el mundo sabe por qué.
El sentimiento por la Patria está en el piso, y el hacerse de dinero sin importar las vías es lo que prima. Pero no es sólo en hacerse de la vista gorda y dejar pasar a indocumentados haitianos es que lo tiene a la República Dominicana en vía de extinción; sino, principalmente, la espada de Damocles, de las grandes potencias, que dejan sobre nuestros ambos desde hace años por quebrar la resistencia de gobernantes hemos tenidos.
El último ingrediente para doblegarnos ha sido la llegada al Congreso Nacional de un proyecto totalmente lesivo al interés nacional que otorgaría grandes privilegios a las personas ingresen ilegalmente a nuestro territorio. Es simplemente inaceptable.
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