En política hay intereses, nunca lealtades

En política hay intereses, nunca lealtades

La experiencia política dominicana demuestra que en política los intereses superan las lealtades, empezando por reseñar al Inmaculado Único Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte Díez, traicionado por todos los Trinitarios, con la excepción de Juan Isidro Pérez.

El general Pedro Santana entendió a su manera que los Trinitarios no eran patriotas que concibieron el nacimiento de República Dominicana, sino políticos opositores al poder hatero que dominaba el escenario económico epocal, y que el Mayoral de El Prado representaba comenzando por él mismo, opulento ganadero seibano.

En esa óptica, Juan Pablo Duarte fue salvado de que el general Santana no lo fusilara en la fortaleza Ozama por intervenir el naviero Abrahán Coén, en cuya goleta La Leonor, Duarte fue deportado a Hamburgo, Alemania, vía Puerto Rico.

El presidente Horacio Vásquez fue informado reiteradamente por sus ministros de la conjura para derrocarle que tramaba el jefe del Ejército, brigadier Rafael Leónidas Trujillo, y el general machetero mocano ignoró las reiteradas advertencias hasta que Trujillo lo derrocó.

En el actual escenario, Leonel Fernández lucía el candidato a triunfar del PLD en las elecciones del año próximo, pero sus compañeros del Comité Político, a quienes a casi todos modificó su estatus de pobretes a opulentos, lo traicionaron, idéntico a como actuó Marco Junio Bruto con su padre adoptivo César, dirigiendo la conjura para asesinarlo de 17 puñaladas en las escalinatas del Senado Romano, un parricidio por preservar canonjías.

¡Ay la política y las lealtades que son verdes y como hacen los burros, la enguyen! ¡Ay cuánta felonía y bajeza por preservar sacrificando principios, las mieles del poder y su trascendencia aurírera espúria, que se impone a la lealtad, el afecto y la gratitud!

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