En preparación para el 9-1-1

En preparación para el 9-1-1

Al final del túnel de la tradicional desconfianza de la ciudadanía en la capacidad de las autoridades para responder a sus contingencias, aparece ahora el promisorio número telefónico 9-1-1. Ha estado a la vista, y atestiguado por los medios de prensa, que el Gobierno asumió con seriedad desde hace algún tiempo el propósito de montar una estructura de asistencia múltiple conectado a un núcleo recolector de informaciones que pronto asumirá la tarea de responder a los llamados que formule cualquier ciudadano afectado por algún ataque de la delincuencia; o en presencia de un incendio o en grave riesgo por un problema de salud. En pocos días esta conjugación de los servicios médicos, de extinción de siniestros y de acciones policiales estará en operaciones con la participación de diversos servidores que deberán reaccionar con profesionalidad y efectiva rapidez para no defraudar a la ciudadanía.

A su vez, este novedoso sistema constituye un desafío al sentido de civismo de la colectividad que deberá apelar al 9-1-1 con actitudes responsables y detalles certeros de las emergencias para facilitar la canalización de la asistencia. Jamás deberá recurrirse a este número con propósitos de falsedad ni con aviesos fines destructivos. Afortunadamente, las tecnologías de hoy día permiten un rastreo a fondo para, en cada caso, llegar con presteza al origen de cualquier maldad y aplicar sanciones.

“Mantienen los mismos precios”

Este  ocasional titular de la prensa diaria suele brindar una información que ya no  puede llevar tranquilidad al usuario. Que no consuela ni al más tanto. Sencillamente por que los números que indican los precios de los combustibles son excesivos en sus presentes niveles  y las comparaciones  confirman siempre que los consumidores a nivel local son los que más caros pagan los carburantes en un contexto internacional. Basta saber que la gasolina cuesta aquí hasta tres dólares por galón más cara que en Estados Unidos para reaccionar  con  indignación y  rechazo al severamente injusto mecanismo de fijación de esos valores. Una situación que es causada básicamente porque el Fisco  sigue entregado al vicioso facilismo  contributivo de nutrirse castigando de forma que nadie puede eludir, a ricos y a pobres, con unos precios  irracionalmente  impuestos a todo tipo de actividad personal, familiar o empresarial.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas