En presencia del cólera

En presencia del cólera

El país tendrá que abocarse a superar el sistema de letrinas como depósito final para las excretas humanas. Los detritos humanos son fuentes y vectores de las bacterias del cólera. Con menos habitantes el país, los acuíferos lucían a salvo de contaminación por la lixiviación resultante de este sistema. No puede hablarse hoy día con esa seguridad. Contribuyen además a esa contaminación de los mantos freáticos, lo mismo que de las aguas superficiales, los vertederos de basura a cielo abierto y aun los rellenos sanitarios. Ninguno de ambos está libre del proceso de lixiviación.

Toda materia, orgánica e inorgánica, aunque sobre todo aquella, está constantemente transformándose. La putrefacción de los elementos más perecederos genera la dilución de los líquidos que fueron sustancia de la materia sólida. Estos, en la medida en que abandonan los elementos sólidos, permean los suelos. Bacterias y otros gérmenes microscópicos son absorbidos y, tal vez, transformados. Algunos sobrevivirán como gérmenes patógenos, listos para emerger e inficionar organismos vivos. Preciso es enfrentarlos antes de volverse amenazas a la salud humana.

Las letrinas no pueden interconectarse para reconducir su contenido. ¡Obra inconmensurable sería esa! Queda, sin embargo, un recurso. La captación de las heces humanas en grandes vasijas transportables para echar en lugares construidos en concreto. Esta materia contiene elementos aerobios y anaerobios. El encerramiento en las letrinas tal vez elimina los primeros pero ofrece ocasión de reproducirse a los segundos. De ahí la necesidad de adoptar sistemas que determinen una transformación de toda la materia.

Trabajaba en la Liga Municipal Dominicana (LMD) cuando consideramos un estudio modelo para segar letrinas de Amiama Gómez, Provincia de Azua. El organismo había construido un pequeño acueducto a partir de una represita en el arroyo Viafra. Las aguas bajaban por gravedad al poblado y se distribuyó en piletas públicas en principio.

Plinio Agramonte nos visitó por lo de las letrinas. Él gestionó la construcción del acueducto, al que los residentes, por iniciativa propia, fueron interconectándose. Ahora pugnaba por lograr las cloacas. La LMD carecía de los recursos para una obra de tal envergadura y el Presidente Joaquín Balaguer, que conocía a Plinio, le pidió esperase la terminación de un plan de otro organismo público. Al escuchar esta respuesta, Plinio señaló que el complemento del acueducto era la eliminación de las letrinas.

Viajamos a Amiama Gómez y expusimos nuestra idea. En realidad era un olvidado proyecto de la Organización Panamericana/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS). Las letrinas como tales se modificarían para capturar las excretas en tanques de 55 galones. Removidas, el contenido se vaciaría en depósitos para el experimento de los procesos aeróbicos y anaeróbicos de transformación en metano y abono.

Era domingo en la mañana. Medio pueblo, buena parte de los que me ayudaron a buscar la garganta de granito en que se construyó la represita, se hallaba presente. No valieron los excelentes dibujos ni las explicaciones. ¡Querían sanitarios, no letrinas modificadas! Y la investigación y el proyecto fenecieron en aquella fresca mañana dominical. Por cierto, el acueducto sobrevivió al huracán George en 1998, lo cual no ocurrió con un múltiple construido en la zona, barrido por este fenómeno. Gestiones de la comunidad ante Plan Internacional permitieron la instalación de una pileta de filtrado y un tanque para almacenar las aguas capturadas.

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