En ribera del Ozama 215 dejaron sus casas

En ribera del Ozama 215 dejaron sus casas

POR LLENNIS JIMÉNEZ
En la ribera del río Ozama la vida parece que se apagó ayer. La mayoría de la gente tuvo que abandonar sus viviendas de madera y zinc para cederle su espacio a su verdadero dueño: el  río. Mientras que los peces que salían de entre la grasa y la basura se los disputaban los hombres, los caballos, los perros y las gallinas.

Debajo del puente Francisco del Rosario Sánchez y en una amplia zona del sector La Jabilla, todos debieron ser evacuados porque el río se apropió de su anterior predio.

Y arriba, en la escuela primaria La Abejita, las 215 de estas personas refugiadas, incluyendo una recién parida de siete días, no habían desayunado a la 1:30 de la tarde.

La mayoría de los refugiados en el plantel durmió en el suelo rústico la noche del lunes. La salida de sus casas fue imprevista a causa de la lluvia y al amanecer no tenían para comer. Les llegó el mediodía sin alimentos. En la mañana del lunes desayunaron pan con leche  y almorzaron locrio de arenque. En la noche  les repitieron el menú.

Pero la tragedia de lo que fue un cambio brusco de ambiente se acrecentó cuando llegaron a la escuela desprovistos de sus escasos bienes. Estas personas demandan de provisiones alimentarias para adultos y niños; de colchones, mosquiteros, de una planta eléctrica, frazadas.

 Para la reparación de sus casas que todavía están dentro del agua, necesitan madera y zinc, así como de estufas y cilindros de gas.

Ayer, se agolpaban en la puerta del plantel los hombres que, en su mayoría son obreros informales, trabajadores del mercado y vendedores ambulantes de música, de jugo y frutas.

Las madres con los niños ocupaban los salones de la escuela cuyas paredes aún están sin pañetes y las ventanas en malas condiciones. El drama de estas familias es el mismo: perdieron casi todo en el río y temen volver a su casa porque el río aún está crecido. En la escuela no disponen de baño para el  aseo personal, ya que el sanitario es abierto. Pasaron la noche a oscuras, debido a que no había energía eléctrica y pocos tenían para comprar velas.

La tormenta Noel creó otra tormenta en la ribera del Ozama, de donde fueron sacados siete camiones cargados  damnificados. Decenas de familias debieron salir con lo que tenían puesto en la noche del domingo y otros no pudieron levantar las camas y los electrodomésticos.

Severino Sánchez, dirigente comunitario y supervisor del Ayuntamiento de Santo Domingo Este, explicó que los damnificados carecen de ayuda y que rogaban porque el Plan Social de la Presidencia y el Instituto Nacional de la Vivienda (INVI) les presten algún tipo de ayuda.

El síndico municipal, Juan de los Santos, envió un equipo médico, pero no alimentos.

BEBE EN EL RIO

A un metro del río Ozama estaba la pequeña Alexandra D’ Oleo Montilla, quien a sus dos años de edad desde la cocina de su casa de madera ve el cauce del agua.

Junto a su hermano Alexandro, un año mayor que ella, y su hermana Rosa, de 12 años, compartían el espacio donde se cocinaba el arroz blanco. Su madre, Mariana, se quejaba del dolor que le produjo la quemadura con el tubo de escape de un motor, razón por la que se resistió a dejar su techo. Luego admitió que realmente no se fue para el albergue para evitar  la sustracción de sus pertenencias, durante su ausencia.

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