En sintonía con lo ecléctico

En sintonía con lo ecléctico

POR CLARA SILVESTRE
Disfrutar de la belleza natural, estando completamente conectado con el exterior, es solamente una de las bondades de residir en las afueras de la ciudad. Así lo ha asumido el arquitecto interiorista Iván Balcácer, quien tiene la dicha de despertar cada día dispuesto a contemplar los más bellos amaneceres.

En cada espacio crea una atmósfera distinta, pero siempre pensando en lograr la mejor ambientación. Todo basado en lo ecléctico, por tener la posibilidad de combinar muebles, texturas y ornamentos que responden a su gusto.

Sin lugar a dudas se trata de una casa de campo y en ese sentido “hemos querido que converja la atmósfera de una casa campestre, por eso el mobiliario es un poco rústico, pero resulta práctico, no hay cosas complicadas, muy pocos muebles tallados y las telas no resultan difíciles de lavar. La base de todo es lo práctico que resulta su mantenimiento”.

En la sala se pueden observar sofás tailandeses acompañados de cuatro butacas, dos Art Deco dominicanas y dos de principios de siglo. Las mesas laterales son mexicanas y la del centro tiene el sello de su empresa de decoración. Escogió telas orientales para los cojines, con colores vibrantes con la finalidad de que contraste un poco con la monotonía del tono de los muebles y el de la pared. En cada temporada le cambia los cojines y da nuevos aires al ambiente.

En el centro de la mesa las flores de la temporada, unas florecillas blancas que se conocen con el nombre de pascuillas, familias de las tan famosas flores de Pascuas.

Con la intención de crear aislamiento entre el comedor y la zona de tránsito, Iván Balcácer cambió el nivel del piso, tomando en cuenta que se encuentra en una montaña, y colocó unos postes de alumbrado viejo como columna a los que le empotró un mueble en medio que sirve para guardar servilletas.

Al referirse al comedor, destaca que hoy se utiliza mucho la mezcla de estilos y materiales, lo que lo hace más interesante. Resalta la combinación de elementos rústicos con otros más sofisticados, como en el caso del tope de vidrio con las sillas mexicanas de madera. Así también, un mueble de ébano verde de los años 50, la vitrina hecha en capa, que es Art Deco dominicano, el cual podría ser un mueble de provincia, como explica.

IVÁN BALCÁCER, UN GRAN COLECCIONISTA

El arquitecto y decorador de interiores Iván Balcácer se confiesa un apasionado de las colecciones, por eso, en su hogar campestre exhibe varias de ellas, tan diversas como los ambientes que exhibe en la casa.

Identifica las figuras de caballos chinos como los protagonistas de sus colecciones, y sobre la mesa también se encuentra una colección de cajas de diferentes materiales y países, las cuales ha ido reuniendo durante toda su vida.

En las paredes exhibe obras de arte de dominicanos como Ada Balcácer, Víctor Ulloa, Carlos Montesino, Juan Bravo, Hilario Olivo, Radhámes Mejía y otros.

Platos antiguos que pertenecen a una serie de la Navidad dominicana, que fue encargada a la firma Limot, y en donde artistas como Cándido Bidó, Ramón Oviedo, Ada Balcácer y Eligio Pichardo interpretaron imágenes de esta época, forman parte de su colección de arte. Piezas en piedra, madera, una serie en azul cobalto y en cerámica azul de los talleres de Moca.

En su casa también exhibe una interesante colección de higüeros, a lo que ha contribuido su madre, que se ha encargado de recolectarlos en diferentes localidades del país. En diversos puntos de la casa se encuentran ubicadas figuras en guayacán en estilos neotaínos, como es el caso de las morenas que se encuentran sobre la mesa del comedor; incluso los tiradores de un mueble en roble son unas figuras neotaínas.

UN TOQUE MÁS PERSONAL

En uno de los salones de la casa cuenta con una mesa que le sirve de escritorio. Como profesor, Iván Balcácer requiere de un lugar en donde además de tener a mano informaciones y documentaciones que necesita, se sienta cómodo para concebir buenas ideas.   

“Aquí partí de que los muros y paredes están tratados en crema, son como una base neutral que me permite insertar una cantidad de colores diferentes y armonizar unos con otros con mayor facilidad. Además, como las maderas son muy oscuras por lo general, me gusta trabajar con contrastes y sacar a colación el mueble que sería la pieza a diferenciar, porque el papel protagónico del mobiliario no se pierde cuando lo destacas sobre un fondo más claro que el que tiene”.

En este espacio, el sofá es de Tailandia, la mesita lateral Art Deco, el librero filipino y la silla, que es  de oficinas de la época del gobierno trujillista, está basada en diseños del arquitecto norteamericano Frank Lloyd Writh.

Piezas en madera de guayacán que refrescan el neotaíno, algodones crudos, linos y telas de ese tipo que tienen un aire un poco étnico.

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