POR EMILIO LAPAYESE
Buscando en los Evangelios tonos humorísticos, encontramos la conversión del agua en excelente vino y aquello de la moneda del César. Con el debido respeto.
Cuestionaron a Jesús la licitud de pagar impuestos al César.
Pero resultaba que Israel estaba «dolarizado», era colonia, y en las monedas estaba la efigie del emperador.
Discutir impuestos viene de demasiado lejos.
Aquí, manosean una inacabable reforma tributaria.
El presidente sorprende con bromas sobre exoneraciones.
Evidentemente, ningún partido mantiene idea clara sobre quiénes deben pagar impuestos, cuánto, para qué.
Los banqueros, ahora infamados, se resisten a pagar más.
Opulentos, ganan como nadie. Capital fecundo.
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