En sólo cien palabras

En sólo cien palabras

Hace años eran innegablemente vigorosos.

Tenían cierta carga ideológica, provocando adhesiones más o menos desinteresadas.

Los reformistas, aunque tomaron poses doctrinarias del socialcristianismo nunca entendido ni explicado, no pudieron sobrevivir al dominante fundador.

El peledeísmo, con su refrito marxismo, atrincherado en sectario moralismo que se diluiría al manejar poder y presupuesto, apostató de todo residuo ideológico.

El perredeísmo, el más popular hasta ahora, no resistió la traición reeleccionista y se fragmentó en pedazos carentes de fisonomía.

Logró copar el senado pero despojado de cualquier sincera preocupación social, carente de todo tono socialdemócrata.

Realmente no vale la pena salvar ninguno.

¡Ninguno!

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