En Sudán, no hay clara diferencia entre árabe y africano

En Sudán, no hay clara diferencia entre árabe y africano

Por SOMINI SENGUPTA
JARTUM, Sudán –
Abdalla Adam Khatir, de 50 años, es originario de Darfur, en el oeste de Sudán.

Su abuela era árabe, y su abuelo era miembro de una tribu africana. El se dice africano.

En su niñez en Kabkabiya, en lo profundo de Darfur, viajo tres días con una caravana de camellos para llegar a la localidad más cercana con una escuela intermedia. La caravana era conducida por un árabe, pero en ningún momento él o su familia se sintieron inseguros.

Siendo estudiante aquí en la capital en los años 60, adoptó el estandarte de la unidad árabe-africana, encabezado por el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser.

Pero hoy, Khatir se encuentra luchando con el hecho de que, en los dos últimos años, 102 de sus familiares han sido asesinados en Darfur por aquellos a quienes llama árabes.

Sin embargo al final, Khatir, un escritor y miembro de la Asociación de Escritores y Periodistas de Darfur, no ve esto como una guerra entre árabes y africanos. Culpa al gobierno en Jartum. Sus líderes, dice, han inflamado deliberadamente las nacientes divisiones étnicas en un intento por permanecer en el poder.

La guerra estalló en el oeste de Sudán a principios del 2003, cuando una insurrección rebelde, frustrada por lo que llamó la marginación del gobierno sudanés de Darfur, demandó reformas económicas y políticas.

El gobierno rápidamente respondió, desplegando milicias árabes en toda la región.

La violencia ha matado a decenas de miles de personas y desplazado a alrededor de millón y medio.

En todo Darfur, fueron en gran medida las aldeas de africanos las que fueron incendiadas, y con algunas excepciones, fueron en gran medida tribus que se hacen llamar africanas las que atestaron los campamentos de refugiados o huyeron a través de la frontera con Chad.

Estados Unidos y otros han acusado a los atacantes de cometer «genocidio», la destrucción sistemática de un grupo nacional o étnico.

Juan Méndez, Asesor Especial de la ONU sobre la Prevención del Genocidio, ha dicho que crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra «probablemente ocurrieron a una escala grande y sistemática».

La cuestión es cómo encajan raza o etnicidad. Por generaciones, la raza misma no ha sido tan importante en la sociedad darfuriana.

La gente regularmente se refiere a sí misma por su afiliación tribal, y rara vez como «árabes» o «africanos».  

Los árabes han estado en la región durante casi mil años, y el término ha sido usado principalmente para describir a quienes hablan árabe, en oposición a uno de las decenas de idiomas locales, o quienes llevan existencias nómadas, no agrícolas.

«La implicación de que éstas son dos razas diferentes, una indígena y la otra no, es peligrosa», dijo Mahmood Mamdani, director del Instituto de Estudios Africanos de la Universidad de Columbia.

Pero la crisis de Darfur ha revelado una falla árabe-africana no manifiesta que corre a través de esta zona árida de Africa, desde Mauritania en el oeste hasta Sudán en el este.

La conciencia racial está, de hecho, inmersa en la historia del Africa central.

Sudán, por ejemplo, fue alguna vez centro del comercio de esclavos árabes.

En Mauritania, en Africa Occidental, la negrura, que era asociada con la esclavitud, ahora es asociada con el servilismo.

Refiriéndose a la división racial latente, Breyten Breytenbach, el escritor sudafricano, dijo: «Es uno de los problemas más ambiguos y los tabús más grandes en el continente».

Lo que quizá haya sorprendido a todos en Sudán fue que tan pronto como empezó la rebelión en Darfur, se apeló a las divisiones. En general fueron las tribus árabes en Darfur las que se pusieron del lado del gobierno (algunos dicen que a cambio de promesas de tierras y poder), mientras que los oponentes políticos del gobierno adoptaron la bandera africana y declararon lealtad a los rebeldes.

Esas líneas pudieran endurecerse aún más.

El caracter racial dado a los combates en Darfur por el gobierno y los rebeldes ha encontrado a muchos receptores dispuestos, y el llamado a la solidaridad racial pudiera extenderse a Chad o más allá a Níger o Mali, donde la competencia entre campesinos y pastores nómandas pudiera volverse más fea.

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