En Taiwán las ánimas
tienen su festival

En Taiwán las ánimas <BR>tienen su festival

Keellung,  Taiwán.  Es 14 de julio y hace mucho calor. Suenan los fuegos artificiales mientras la gente camina a paso ligero por la apacible ciudad portuaria de Keellung,  norte de Taiwán. Los estruendos anuncian el inicio de una de las celebraciones folclóricas más enraizadas en la cultura china: el Festival de las Ánimas de Medio Verano, con el que durante todo este mes, según el calendario lunar chino, rinden tributo a los muertos que deambulan en pena por el mundo de los vivos.

 Miles de taiwaneses vienen de otras ciudades   a acompañar a los lugareños en esta tradicional celebración que data de hace más de 150 años y que alcanza su esplendor en el decimoquinto día del séptimo mes lunar, el más importante en el Mes de las Ánimas porque, según la creencia popular, el  15 es el último día  para hacer regresar a las ánimas a su descanso eterno. Si no se hace, quedarían deambulando por la tierra.

“Este festival se celebra en toda China, pero en Taiwán,  es aquí en Keellung donde alcanza su mayor esplendor. Cada año  es organizado por tres de los clanes importantes, descendientes de los emigrantes de la China Continental a Taiwán”, explica Carmen Tsai.

Las calles de Keellung se tornan vibrantes este 14 de julio. Los clanes preparan carrozas alegóricas a la celebración donde trasladan los grandes faroles de agua con las ofrendas a los antepasados. La imaginación popular se desborda. Figuras fantasmales y de la mitología oriental, donde el dragón, la serpiente y el pez dominan, dan forma a este desfile que comienza a las 7:00 de la noche por diferentes calles de la ciudad. Previo, un despliegue magistral de pirotecnia muy avanzada. Este desfile termina justo a la media noche en el Pacífico, donde se hacen los faroles a la mar.

La gente se aglomera en el puerto pesquero Badouzih  y, sin estridencias, se hace un espacio para presenciar el ceremonial. Los faroles celestiales iluminan el cielo con su luz tenue. Las “fan”, cañas de bambú para llamar al alma, danzan haciendo un zumbido casi mágico. Unos son  guías luminosas para las ánimas y las otras, con su sonido, hacen que los habitantes del más allá sigan los faroles de agua, repletos de ofrendas que van desde  papel dinero, comidas y bebidas hasta objetos que pudieran necesitar allá, en la morada.

Los faroles de agua van desfilando uno a uno, cuesta abajo, en el puerto, hasta llegar a la arena. Buzos entrenados los reciben y, ungidos con aceite, son quemados, echados a la oscuridad inescrutable del océano Pacífico, y  consumidos hasta la nada, la tradición, un año más, se ha cumplido.

En  una cultura donde lo espiritual y filosófico marcan el paso de la existencia, con  este ritual también se pone de manifiesto la piedad, el desprendimiento y la generosidad de los taiwaneses, valores que se transmiten de generación en generación.

Las celebraciones se expanden por todo Taiwán, pero especial mención merece la que se lleva a cabo en Toucheng, distrito de Yilan, donde esta honra a  las ánimas incluye el tradicional evento de  subir el palo encebado o “trepar hacia la buena suerte”, una ceremonia llamada qiang gu, cuyo  riesgo y vistosidad dispara la adrenalina a locales y visitantes.

Por aquí conocemos el palo encebao, pero éstos de Toucheng superan los nuestros, por mucho, en altura. Los que alcanzan la cima se ganan el respeto y la admiración de los presentes, pues llegar hasta lo más alto es un desafío que pone a prueba  la resistencia y  buen estado físico.

Historia

La celebración comienza el primero de julio, cuando simbólicamente sacerdotes de mucho temple abren las puertas de la torre del Viejo Templo Venerado y liberan a las almas del inframundo. Los chinos creen  que cuando alguien muere, su alma permanece deambulando entre el cielo y la tierra y que los deudos deben realizar ritos fúnebres y darle sepultura para que pueda descansar en paz. Desde su partida, hay una serie de fechas en las que  sus descendientes realizan novenas y ofrecen  sacrificios al antepasado. De esta manera su ánima intercederá por la familia, garantizando éxito y prosperidad. Pero las almas de quienes murieron en circunstancias  trágicas y no han recibido adecuada sepultura, así como de quienes quedaron sin progenie, están condenadas a deambular como ánimas errantes. Las actividades del Mes de las Ánimas están dirigidas también a ellas, de modo que puedan disfrutar del calor humano.

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