En todo no estoy con Codue

En todo no estoy con Codue

La Confederación Dominicana de Unidad Evangélica (CODUE) emitió recientemente un comunicado a la opinión pública en el que afirmaba manifestar el sentir de la comunidad evangélica con relación a la situación política, social y económica del país.

En sus declaraciones la entidad cristiana arremetía duramente contra la corrupción y contra la reelección del Presidente Hipólito Mejía.

Calificaba a la nación de encontrarse en estado de emergencia y que, en lo que respecta al mandatario, no se necesitan de chistes, cuentecitos ni boches, sino de manos confiables «para salir de la miseria que afecta a los dominicanos».

A todo esto agregaba que entre los ciudadanos hay razones para un estallido social.

Ciertamente República Dominicana se encuentra atravesando por una crisis superlativamente difícil.

La CODUE lo que hizo fue describir y pedir una acción por parte del Gobierno y de las autoridades. Tiene toda la razón.

Pero en lo que no estoy de acuerdo, y creo que así piensa una gran cantidad de evangélicos pertenecientes a diversas organizaciones cristianas en el país, es, primero, en el lenguaje usado para decir todo esto y, segundo, en lo de la reelección.

La iglesia, en sentido general, es una entidad espiritual que se caracteriza y debe siempre caracterizarse por una voz pastoral. Esto quiere decir que su mensaje debe ser siempre empleado valiéndose de la conciliación, reconciliación, la esperanza, la paz, el amor, la ecuanimidad y la orientación. Nunca puede actuar con la misma actitud de los partidos políticos y menos la de los tradicionales en el país ni de grupos revoltosos y de barricada.

La Biblia dice claramente que los gobiernos son establecidos por Dios, sin importar cual sea. Y el apóstol san Pablo se va mucho más lejos al pedir que se ore por nuestras autoridades y por nuestros gobernantes para que vivamos quieta y reposadamente.

Bíblicamente estamos compelidos a ser respetuosos de las instituciones y de las figuras legítimamente establecidas y, aún más, a abogar por su buen funcionamiento.

Pero azuzar los estados de ánimos caldeados y hacer descripciones y calificaciones con ribetes de epítetos es algo que parece entrar en contradicción con lo que debe ser la naturaleza de la iglesia y el planteamiento escritural sagrado.

Claro está, es parte de la misión de los hombres de Dios denunciar los males y levantar su voz en procura de que se haga justicia a las masas desposeídas en cualquier parte del mundo. Y hasta llamar la atención a las autoridades sobre situaciones determinadas. Si por mucho tiempo hemos sido ajeno a esta realidad. La clave está en cómo se hace esto. Porque la iglesia está al lado de los intereses del pueblo pero, en línea paralela, debe respetar y defender la institucionalidad del lugar donde realiza su misión.

Y lo de la institucionalidad tiene, también, incidencia sobre lo de la reelección. ¿Qué establece la Constitución de nuestra nación al respecto? Hasta donde tengo entendido creo que la Carta Magna establece que un presidente de la República tiene opción y derecho a ser reelegido.

Es cierto que en torno a la figura del Presidente Hipólito Mejía se ha producido una avalancha de voces que piden que no se reelige, que se marche del Palacio Nacional tan pronto termine sus cuatro años. Y esto por el hecho de que, según se afirma, no ha conducido de manera adecuado los destinos del Estado, porque se ha producido una gran crisis en todo el sentido de la palabra y porque ha resultado ser una «frustración para el país».

Esta es una petición y estos son planteamientos que bien les quedan a los partidos políticos de oposición, a los aspirantes del Partido Revolucionario Dominicano, a mi, a cualquier ciudadano de aquí y a cualquier entidad u organización. Pero en lo que respecta a la iglesia, y de manera delimitada a los evangélicos, esta no es una decisión adecuada, conveniente, táctica ni razonable.

Si la Constitución de la República dice que el Presidente puede reelegirse una vez más, ¿ por qué deben los evangélicos oponerse a eso? Institucional y legítimamente no hay nada que le otorgue esa prerrogativa. Si no queremos que el mandatario se reelija, entonces debemos luchar contra esto desde otra plataforma, pero nunca desde la iglesia, la cual debe ser siempre respetuosa de las leyes del país. Además, ¿han verificado cuantos evangélicos hay que son perredeístas, al igual que peledeístas, reformistas y…? Esa es la razón por la cual hay que ser neutral, apaciguador y conciliador.

Si la Confederación Dominicana de Unidad Evangélica quiere seguir haciendo honor a su razón de ser, debe ser mas comedida, madura, institucionalista y colegiada en sus decisiones. De no ser así, sería casi un peligro permitir que dos o tres sigan levantando la voz en nombre de una comunidad que goza de tan buen nombre e imagen en el país en aspectos tan delicados y comprometedores.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas