En torno a la intelectualidad dominicana: una discusión impostergable

En torno a la intelectualidad dominicana: una discusión impostergable

En entrevista publicada el pasado sábado en estas mismas páginas de AREÍTO, mi buen amigo y admirado escritor José Mármol, entre otras sustanciosas opiniones que versaban sobre su quehacer y preferencias literarias, amonedó una elaborada censura acerca de lo que para él eran serias deficiencias del medio cultural criollo.

Hemos creído conveniente y oportuno iniciar a partir de hoy una discusión en relación con dicho tema. Con ese fin hemos solicitado a algunas reconocidas plumas de este país su parecer en torno a las insuficiencias que Mármol saca a orear.

A continuación podrá el lector enterarse de lo que piensan tres agudos intelectuales que con presteza respondieron a nuestro requerimiento. Son ellos Carlos X. Ardavín, poeta y ensayista que reside en los Estados Unidos, donde ejerce la cátedra en una importante universidad, Giovanni Di Pietro, crítico literario y especialista en la novela dominicana, profesor en la Universidad de Puerto Rico, e Iván García Guerra, narrador, dramaturgo y actor de larga y fecunda trayectoria… Prestemos atención a sus palabras:

[b]CARLOS X. ARDAVÍN:[/b]

Suscribo sin reparos las valoraciones de José Mármol sobre las actitudes y el comportamiento de los intelectuales dominicanos en estos últimos años. Me parece que simplemente no han estado a la altura de las muchas expectativas que ellos mismos generaron hace cuatro años, cuando casi todos se subieron al confortable carro del vencedor político de turno. Recuerdo el júbilo que los embargaba y los múltiples proyectos que anidaban en sus mentes en aquellos días. De todo esto sólo queda un curioso y largo silencio ante los desmanes y picardías de los políticos a quienes acompañaron. Pareciera como si su proverbial facundia crítica de otros tiempos se hubiese desvanecido nada más tomar posición de sus cargos. Excepciones habrá, estoy seguro, pero la generalidad sustenta mis opiniones. Es probable que ahora, una vez desalojados del poder que no supieron metabolizar, recuperen la palabra y el pensamiento crítico. Será un espectáculo de reconversión verdaderamente digno de contemplarse. Intelectuales de signo contrario los sustituirán a partir de agosto. Queda por comprobar si estos también enmudecerán de repente, al verse agasajados por el poder. Sería un hecho muy lamentable y desalentador. Pero es mejor, por experiencia, no abrigar demasiadas esperanzas.

[b]GIOVANNI DI PIETRO:[/b]

Creo que la miseria es mala consejera, y es eso lo que ha llevado al descalabro de la cultura, pues, aunque podemos pretenderlo, es obvio que en la vida no se vive sólo de versos, y no todos tenemos la buena suerte de un trabajo seguro con que echar adelante junto a la familia. Lo cual de ninguna manera justifica lo que ocurre con los intelectuales. Sólo que nos ayuda a entenderlo y compadecernos de aquellos que tuvieron que claudicar ante el poder. Además, hay que entender que este descalabro no se da únicamente en el país, sino que es, aunque no aparezca en la superficie, un fenómeno universal.

Es que ya las clases dominantes le dieron las espaldas a la cultura. Se perdió el ideal de la Ilustración, que era el de redimir a la humanidad a través de la cultura. Los marxistas, por su infinito crédito, fueron los últimos en sostener ese ideal. Ahora, nadie lo sostiene. En estos tiempos, esas clases dominantes han optado por sustituir la cultura con la farándula. A)Para qué redimir a la humanidad?@, dicen.

A)No está más contenta sumida en la estupidez?@ Dentro de ese nuevo escenario, los intelectuales, como se los entendía tradicionalmente, son una especie en peligro de extinción. Por su parte, la cultura no tiene ninguna razón de ser. El caso dominicano que Mármol describe está, pues, también relacionado con esta problemática. Su opinión pesimista es el producto de una profunda desesperación. Y es por eso que habla de los Aespacios fértiles@, o sea, de los últimos reductos. Esta es una solución parcial, y puede fácilmente degenerar en la clásica torre de marfil.

Después de esa gran orgía ideológica que se dio con el marxismo, creo que tenemos que ser más cautos con lo que se va a hacer y ver la problemática exactamente por lo que es. Esto quiere decir que no podemos permitirnos el lujo de condenar a la gente por preferir la farándula a al cultura, sino que hay que probarle por todos los medios posibles que pensar es más sublime que vegetar y que la cultura tiene ventajas que simplemente no se pagan en oro. O sea, e ya un asunto ético. Creo que la ética tiene que situarse en el centro del debate, ahí donde estuvo la ideología y donde ahora está la farándula.

[b]IVÁN GARCÍA GUERRA:[/b]

Creo en el intercambio de ideas, porque es en las diferencias donde se puede encontrar depuración y enriquecimiento, amén de un buen baño de humildad.

El anacoretismo, para mí, tiene un tufillo de masturbación, quizás placentera: pero yerma al fin.

No estoy de acuerdo en que el medio cultural del país sea Ainsufrible y miserable@, hay de todo en las viñas del Señor. Personalmente he disfrutado mucho compartiendo lo poco o mucho que he adquirido con mis experiencias, y estoy convencido de que algo aporto para el bien de los demás. Si me encerrara en la autosatisfacción estaría pecando de egoísmo, un mal social que al apoyarlo crece, y debilita la calidad humana que puede estar escondida; pero que indudablemente Aestá@.

Por otra parte, pienso que no es tan malo que la no tan pequeña y mucho menos insignificante república de las letras criollas sea una olla de grillos, pues con eso que pueden considerarse chillidos se reduce el silencio, que es lo más peligroso. Siempre hubo y habrá elementos que sean inhábiles para un debate profundo y para la creatividad; pero la calidad, a fin de cuentas, no es un asunto de masas, sino de ejemplos aleccionadores.

Eso de la organicidad intelectual, creo, no es más que adjetivación que podría confundir y ser innecesaria (lamento no estar de acuerdo con Antonio Gramsci, quien después de todo procura justificar su individual problema).

Todavía hay quien se oponga activamente al egoísmo, a las falsas ideologías y al afán de lucro, quien se interese por las luchas a favor de la libertad y la igualdad (pienso que soy uno de ellos).

Por supuesto, hay que oponerse verticalmente al Aproselitismo y a las ciegas ambiciones del poder fáctico@, esas desesperadas acciones a favor de Acabezas descerebradas de partidos políticos o maquinarias electorales@, que no son más muchas veces que un intento fallido de medrar. Pero, el asunto no es dolerse de nadie, sino ayudar, de nuevo con el ejemplo, con la integridad a toda prueba y el compromiso, que aunque doloroso, es sumamente satisfactorio.

No hemos perdido la batalla por la dignidad intelectual; o nos ha derrotado la horda de la mediocridad y la ignorancia. Simplemente es más notoria, y en eso no ha habido variación desde el mítico Adán y su Eva.

Estamos de acuerdo en que Ala propaganda se ha antepuesto al discurso, la prebenda al precepto, la coyuntura a la circunstancia, lo inmediato y oportuno a lo mediato y ponderado@; pero eso no significa que la cerrazón haya vencido al raciocinio, simplemente son nuevas armas de un enemigo que no titubea en renovarse para mantener su validez. )Cuándo fue más importante la reflexión que la superficialidad?

En vez de quejarnos tanto deberíamos ocuparnos (no preocuparnos) por encontrar las armas con que oponernos a las nuevas estrategias de la acostumbrada tendencia a la disolución. Este debe ser el puesto y la ocupación del ideal del hombre en la historia.

Siempre ha campeado la Afuerza corrosiva de los partidos tradicionales, del liderazgo demagógico y del estado de putrefacción de… instituciones jurídico políticas y sociales, el afán de escalar socialmente y de nombradía, aun sea efímera@. Habrán tenido otros nombres u otras apariencias; pero la realidad ha sido en todo momento la misma. El Aefecto narcótico del usufructo del poder político con equivocados visos de eternidad@, y todo lo demás son males endémicos del ser humano. Y nunca hubo límites precisos entre la sapiencia y la ignorancia (si no que le pregunten a Copérnico, Bruno y Galileo, en los albores del Renacimiento, por mencionar un solo instante).

Toda la historia humana ha sido escenario donde campea Ala disolución de las fronteras entre el pensamiento y la sensatez@, y a pesar de ello, aquí estamos.

No creo que se gane nada sintiéndose protagonista del tiempo más difícil, víctima, en fin, de la disolución de la civilización. Eso nos hará sentir más grandes, más importantes, más únicos; pero no aportará nada, como nunca lo ha hecho, al progreso de la humanidad.

Pero la discusión de esto llevaría mucho más espacio y tiempo, y sobre todo, menos eremitismo.

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